Platón: Político

Alejado del estilo literario de otros diálogos de extraordinaria belleza, el Político contiene aspectos esenciales del método y pensamiento platónicos. Se expresan aquí no sólo la opinión de su autor sobre quién debe ser el gobernante de la ciudad, sino también las pautas metodológicas que permiten alcanzar su definición, incluyendo además reflexiones críticas sobre las mismas. La obra debió de formar parte de un proyecto más amplio, junto con el Sofista y otra obra nunca escrita, que se ocuparía del filósofo.

En cuanto a la estructuración de la obra, la metodología aplicada es en realidad un triple camino: una primera parte utiliza el método de la división o diairesis para definir al político (como ya se hizo en el Sofista); una segunda en la que se recurre a la exposición de un mito; y una última parte donde se propone un paradigma con el que comparar la actividad política.

Éste es el resumen del diálogo, señalando los epígrafes de los manuscritos (numerados del 257 al 311):

- 257-258a - Introducción. Este diálogo sería la continuación directa del Sofista, y sus personajes son inicialmente los mismos, aunque Teeteto, cansado por su intervención, es sustituido por un joven homónimo de Sócrates, que será quien responda a la investigación del Extranjero de Elea.

- 258b-268d - Primera parte: el método de la división o diairesis. Su propósito es caracterizar y distinguir la política de todas las demás actividades, para lo cual comienza dividiendo las ciencias en «prácticas» y «cognitivas», y luego continuando con sucesivas divisiones dicotómicas de las partes resultantes: tras identificar al político con la figura del rey, dentro de las ciencias cognitivas, divide éstas en función de si da órdenes («directiva») o se limita a juzgar («crítica»). La sucesión de divisiones finaliza con la conclusión de que hay que entregar al político y al rey las riendas de la ciudad, porque posee la ciencia necesaria para gobernar sobre los hombres. Pero otras personas también cuidan de los hombres (agricultores, médicos, etc), por lo que el Extranjero decide proseguir con la indagación. Este pobre resultado podría ser una autocrítica del método de la diairesis, que ya en la Antigüedad era ridiculizado sarcásticamente por las sorprendentes conclusiones que pueden alcanzarse.

- 268e-276 - Segunda parte: el mito de Cronos. En una nueva demostración de su capacidad para reelaborar materiales dispersos, Platón nos ofrece una recreación del mito de Atreo y Tiestes, vinculándolo con el reinado de Cronos en una alusión a la edad de oro descrita por Hesíodo y probablemente también a Erecteo, el primigenio rey de Atenas. El Extranjero relata así un mito cosmológico que explica que el movimiento originario del universo, un ser vivo dotado de inteligencia, era reversible. Cuando el demiurgo lo abandonaba volvía hacia atrás en sus rotaciones, provocando que las personas rejuvenecieran y resucitaran. Al preguntarle el joven Sócrates qué tipo de revolución había en la época de Cronos, el Extranjero distingue tres épocas diferentes, cuyo desarrollo «convendrá a la demostración del rey» que se persigue desde el inicio de la obra:
  • 271c-272d - Primera época: El reino de Cronos. Evocando la edad de oro hesiódica, el Extranjero explica que «todas las cosas se producían espontáneamente para los hombres». El dios, como un pastor, apacentaba a los hombres, que no necesitaban instituciones políticas.
  • 272e-273d - Segunda época: El cosmos abandonado por la divinidad. Aunque progresivamente se recuperó la calma tras la sacudida inicial, el cosmos olvidó las enseñanzas del demiurgo y degeneró hacia el desorden y la destrucción.
  • 273e-274d - Tercera época: El reino de Zeus y de los Olímpicos. El dios retoma el timón y consigue enderezar y ordenar al cosmos, haciéndolo inmortal y sin vejez. A los hombres, débiles y desprotegidos, les son entregados dones para la supervivencia, como el fuego y las técnicas. Se hicieron así responsables de su propia vida.
Esta exposición concluye con la observación del Extranjero de que el relato debe ser utilizado para definir al rey y al político: la actitud de Cronos en la primera época es la de un pastor que se limita a criar sus rebaños. Una actitud necesaria en la época en que las personas no se distinguen de los animales. Una vez la humanidad se aparta de éstos, en el marco de la nueva organización social de las ciudades, surge la necesidad de la figura del político.

- 277-311 - Tercera parte: la analogía del paradigma del tejido. Tras una reflexión crítica sobre el método usado hasta el momento, sobre todo por la rapidez y la excesiva pomposidad del mito que ha desembocado en una «exposición demasiado larga», el Extranjero propone utilizar un paradigma que le permita pasar, por medio de las semejanzas, de lo que se conoce a lo que no se conoce. Propone como analogía la técnica de tejer la lana, y la va sometiendo a sucesivas divisiones (de un modo más rápido que en la diairesis inicial), llegando a la conclusión de que es el entrelazamiento de la trama y de la urdimbre que produce un tejido. La conclusión vuelve a ser objeto de crítica por parte del Extranjero, puesto que, ¿por qué no han contestado directamente lo que es, en lugar de dar vueltas y crear definiciones? Se introduce entonces una reflexión sobre la técnica de la medida, que se ocupa de «la extensión y la brevedad, del exceso y del defecto», como un instrumento corrector de los tres métodos anteriores. Tras la digresión, se intenta trasladar al político el paradigma de la técnica de tejer. Se separan de la búsqueda a todos aquellos grupos que no pueden reclamar para sí la técnica de la política: los esclavos, los dedicados a transacciones e intercambios comerciales, los servidores (incluyendo adivinos y sacerdotes) y, por supuesto, los sofistas. Luego se analizan las diversas formas de gobierno, dividiéndolas por el número de individuos en el poder (uno, unos pocos, o muchos) y por la manera de gobernar (forzada o voluntaria). Sin embargo, el Extranjero no se muestra contento con ello, pues alega que resultaría más idóneo considerar la ciencia que debe poseerse para gobernar: sólo si gobierna quien posea la técnica y la ciencia de gobernar, la ciudad será administrada con justicia. Incluso sería capaz de dirigir al margen de las leyes, o escribir unas nuevas. Dado el improbable supuesto de que gobierne un entendido (pues para Platón la única sabiduría verdadera se halla en la divinidad), quienes accedan al poder deben aspirar a imitar lo mejor posible «la verdadera forma de gobierno».

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