Platón: Sofista

Con la excusa de mostrar un método para «cazar» a los sofistas, Platon presenta en este diálogo algunas de las cuestiones más polémicas que, desde sus orígenes, han conformado el desarrollo de la filosofía occidental. Escrito alrededor de la década de 370-360 aC, pertenece a los diálogos considerados «tardíos», donde el autor se dedica a revisar algunas cuestiones que ya había tratado, y su empeño por conseguir el mayor grado de precisión posible le lleva a un cambio de estilo, perdiendo la brillantez literaria del período «medio» (por ejemplo, dejando de lado el recurso a mitos y alegorías explicativos y usando un lenguaje menos plástico y más dificultoso).

En la época en que se redactó el Sofista, Platón se vio obligado la replantearse la concepción de las Ideas (algunos estudiosos opinan que en sus obras más tardías llegó a olvidarse de ellas), moderó sus expectativas éticas basadas en el intelectualismo moral y en las consecuencias derivadas de la creencia en la inmortalidad del alma, revisó sus optimistas previsiones políticas y reconoció que los enemigos que entorpecían la implantación de su supuesto educativo, político y filosófico (como los sofistas) eran mucho más sólidos y tenaces de lo que él había estado dispuesto a conceder.

Esta obra, excepcionalmente, puede situarse dentro de una misma serie de diálogos. En su introducción, el personaje de Teodoro recuerda que «según el acuerdo de ayer» acude a la cita para hablar con Sócrates. Esto enlaza con el final del Teeteto, donde la conversación queda interrumpida porque el filósofo debe ir a declarar. La novedad es que Teodoro acude con un anónimo e inesperado Extranjero, procedente de Elea, compañero de Parménides y Zenón. Este personaje tendrá el peso de todo el diálogo, junto a su interlocutor Teeteto, pues Sócrates le pregunta cómo consideran en su país a tres tipos de personajes: el sofista, el político y el filósofo. Así se inicia una trilogía que, continuada con El político, quedará luego inacabada (tal vez porque Platón ya consideraba definido al filósofo en sus otras obras).

Éste es el resumen de la obra, señalando los epígrafes de los manuscritos (que van del 216 al 268):

- 216-218 - Introducción. Teodoro se presenta ante Sócrates con un desconocido de Elea, a quien, como hemos comentado, el filósofo pregunta cómo consideran en su tierra al sofista, al político y al filósofo. Teeteto le ayudará, al darle respuesta breve a las preguntas que puedan surgir durante su investigación. El Extranjero propone comenzar la explicación por el sofista, para intentar averiguar qué es. Sus interlocutores coinciden en el uso de la palabra, pero no tan claramente en la realidad que designa. El Extranjero insiste en que la investigación filosófica consiste en estar de acuerdo por medio de razonamientos, una declaración de principios esencial para el diálogo, puesto que la principal característica del sofista es su facilidad para cambiar de forma; de ahí la dificultad de «cazarlo». Se inicia entonces un intento de atraparlo usando el método dialéctico para establecer paradigmas (postulado de un ejemplo o analogía que tenga alguna semejanza con el asunto que se pretende investigar, pero de forma mucho más vulgar y sencilla) y crear luego divisiones (diairesis) cada vez más concretas.

- 219-236c - Las siete definiciones del sofista. Se apela al pescador con caña como paradigma con el que comparar al sofista (ambos coinciden en querer capturar a sus desprevenidas presas). Este símil fuerza la paradoja del «cazador cazado», puesto que el propósito declarado es atrapar al embaucador. Posteriormente el Extranjero realiza las siete divisiones.
  • 219-221b - Comparación entre el pescador de caña a partir de su pertenencia a la técnica adquisitiva, con la conclusión de que es alguien que caza de día animales acuáticos mediante golpes de abajo a arriba.
  • 221c-223a - Primera división: Se determina que, si bien el sofista y el pescador coinciden en su afán cazador, el primero se dirige «a prados rebosantes de riqueza y juventud», para atrapar a los jóvenes ricos y nobles mediante la técnica de la persuasión.
  • 223b-224c - Segunda división: Se define al sofista como un comerciante que «mercadea con el alma en relación con la venta de discursos y conocimientos sobre la virtud».
  • 224d-224e - Divisiones tercera y cuarta: Son muy similares, e incluso parecen simples aclaraciones de la anterior. En la tercera se considera al sofista como «un vendedor al por menor» de conocimientos ajenos, y en la cuarta lo distingue como «uno que nos vende conocimientos producidos por él».
  • 225a-225e - Quinta división: Se presenta al sofista como un atleta en la lucha con palabras, un especialista de la contradicción mediante la técnica erística, con la que busca adquirir ganancias de los conflictos privados. 
  • 226-231b - Sexta división: Se caracteriza al sofista como «un purificador de las opiniones que, en el alma, obstaculizan los conocimientos» y que utiliza la refutación para provocar la vergüenza del refutado, quien debe aceptar humildemente que «solamente sabe las cosas que sabe, y nada más». Esta modalidad de sofística parece ser alabada en la obra, pues sería la propia de Sócrates.
  • 231c-236c - Séptima división - Tras resumir las diferentes maneras en que, hasta el momento, se ha presentado al sofista, se desarrolla ahora su capacidad de contradecir, para trasladarla a su condición de imitador y productor de apariencias.
En este punto el proceso de diairesis se detiene provisionalmente con la exposición de un largo excurso en el que el Extranjero pasa a analizar el concepto de apariencia y su relación con el ser, el no ser y la falsedad.

- 236d-242b - El no ser y el «parricidio» de Parménides.  Si se entiende que la apariencia representa lo que no es (y siguiendo la lógica parmenídea lo que no es, no es), entonces la caza del sofista es prácticamente imposible. El sofista, experto en la apariencia, se movería a sus anchas por el mundo de lo que no es, inalcanzable para el razonamiento que se aferre al patrón de Parménides. Por tanto, debe desmontarse esta tesis, y demostrarse que lo falso existe. En primer lugar, el Extranjero constata que el simple hecho de poder pronunciar las expresiones «lo que no es» y «las cosas que no son» suscita una contradicción, pues se están poniendo estas palabras en relación con una entidad numérica. Además, decimos del no ser que es impensable, indecible e ininteligible, y por tanto el uso del verbo ser le otorga una categoría ontológica. Se retoma la conclusión de la séptima definición (que el sofista es un «productor de imágenes») y se plantea la cuestión de qué es la imagen y cuál es su relación con lo que representa: la imagen es algo que se asemeja al objeto que representa, sin serlo. Así pues, se pone de manifiesto que el sofista opera con falsedades, y el Extranjero se muestra dispuesto a cometer lo que denomina «parricidio» de Parménides y, forzando la separación entre el ser y el no ser, capturar al sofista.

- 242c-251a - Un repaso a las diversas teorías sobre el ser. La justificación de este paso previo es que, si la simple mención de lo que no es provoca perplejidad y apuros, las variadas propuestas sobre el ser de los filósofos anteriores también suscitan confusión y desasosiego. Es la primera «historia de la filosofía» de la que tenemos noticia. En primer lugar constata la cantidad de elementos primordiales (tres, dos, uno, o múltiple), y luego pasa a interrogar sobre el uso que habían realizado del verbo ser diversos filósofos, como si estuvieran presentes: los dualistas, los monistas eleáticos, los materialistas y los idealistas. Entre estos últimos se sitúa el propio Platón, y asistimos entonces a una autocrítica, al constatar el Extranjero un punto débil en la teoría de las Ideas, que queda sin respuesta: la distinción entre generación -relacionada con el movimiento y los cambios en el cuerpo mortal- y ser -relacionado con el alma inmortal-. La única salida que encuentra el Extranjero es conciliar el movimiento con el reposo, y aceptar que para el filósofo ambos conforman el todo de lo que es. Pero como el ser participa de ambos, parecería que es distinto y está al margen, lo cual resulta imposible. Aporía que merece mayor indagación.

- 251b-259d - La comunicación entre los géneros. El Extranjero observa que el uso habitual del lenguaje permite una amplia variedad de denominaciones, creadas verbigracia por la unión de un sustantivo y un adjetivo («el hombre bueno», «el hombre alto», etc). De aquí llega a la conclusión de que a veces los géneros pueden mezclarse: lo que está en movimiento no se mezcla con que está en reposo, pero el ser puede participar de ambos. Por si fuera poco, el Extranjero parece haber encontrado una definición de filósofo: aquél que, por su dominio de la dialéctica, sabe dividir por géneros. En cuanto a la cuestión del movimiento, el Extranjero distingue cinco géneros: el movimiento, el reposo, el ser, lo mismo y lo distinto. La existencia de este último genera automática el no ser, pues todos estos géneros son distintos unos de otros: todos no son. Luego trata de definir la naturaleza de la negación, pues aunque pueda definirse algo a base de negar lo que no es («el hombre no es una cebra, no es una mesa, etc»), en cada negación diremos no lo contrario, sino simplemente algo distinto a lo que es. Este matiz implica que la naturaleza de lo distinto está fragmentada en múltiples partes.

- 259e-264b - El estatus del logos. El Extranjero pasa entonces al ámbito de la palabra, para descubrir si lo que no es también está presente en las argumentaciones y razonamientos. La finalidad de este análisis es dilucidar en qué consiste la verdad y la falsedad para, en última instancia, definir si el sofista se mueve en el ámbito de lo verdadero o de lo falso. La primera característica que sobresale en la composición de un razonamiento es que no se produce mediante elementos aislados, sino «por el entrelazamiento de unas formas con otras». El Extranjero define los razonamientos verdaderos como aquellos que no se mezclan con el no ser, y los falsos como aquéllos que sí se mezclan con él. Definido esto, pasa a considerar si la falsedad también es, investigando qué son el pensamiento (un diálogo del alma consigo misma), el discurso (un flujo de sonido que sale del alma) y la apariencia (pensamiento o discurso surgido mediante la sensación, que se entremezcla con la opinión). Si una expresión tiene sentido, será verdadera o falsa en función de si dice cosas que se corresponden con la realidad o no.

- 264c-268 - Continuación de la séptima división: la definición del sofista. Se sitúa al sofista en el ámbito de la técnica de producción de imágenes de las cosas, sin ser el productor de las mismas. Es alguien que no sabe, pero imita al sabio.

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