Platón: Critón

Breve y conciso, este diálogo una parte de las últimas horas de la vida de Sócrates. Éste intenta hacer comprender a Critón, que le insta a la huida, que debe acatar la sentencia que le ha condenado. Toma la forma de un imaginario diálogo con las Leyes, cuyo razonamiento concentra los rasgos éticos más característicos del pensamiento socrático, entrelazándose además con algunas conmovedoras alusiones familiares y biográficas. Contribuye así a fortalecer la leyenda de este personaje.

El diálogo constituye un eslabón entre la Apología de Sócrates, discurso de defensa en el juicio, y el Fedón, que narra sus últimas horas en la cárcel, rodeado de amigos y familiares. La diferencia del Critón estriba en su punto de vista más intimista, pues reproduce una conversación privada entre dos amigos; podríamos objetar entonces cómo llegó el conocimiento de la misma a Platón, o incluso si se trata de un diálogo imaginario, mas pocos frutos obtendríamos por ese camino.

El carácter del interlocutor de Sócrates parece ser el de un dócil admirador, propio de una persona que adora a su maestro, más que lo entiende, dispuesto a satisfacer sus deseos. En cuanto al propio Sócrates, la obra pretende destacar, mediante su impasibilidad ante la muerte, su integridad y coherencia con los principios defendidos a lo largo de su vida.

Para el resumen volvemos a usar los epígrafes de los manuscritos, numerados del 43 al 54.

  • 43-46 - La obra se inicia con la llegada subrepticia de Critón (amigo de Sócrates que ya aparecía nombrado en la Apología) a la cárcel donde se encuentra el filósofo, con la noticia de la llegada del barco de Delos, que anuncia la inminencia de la ejecución. Se destaca explícitamente el sueño tranquilo de Sócrates. Critón intenta que Sócrates huya; tiene preparado un plan de fuga junto con algunos amigos (el testimonio de Jenofonte en su propia Apología así parece confirmarlo), y debe llevarse a cabo sin dilación. Pero Sócrates desea reflexionar, y dejarse llevar por los mismos razonamientos que manejó durante su vida.
  • 47-49 - Se expone el hecho de que no todas las opiniones son buenas y sensatas, sino sólo las del entendido (oposición entre doxa, la opinión, y episteme, el conocimiento, que aparecerá muchas veces en Platón), y por tanto Critón debe dejar de preocuparse por la opinión de la mayoría. Es necesario, no sólo vivir, sino vivir bien (justamente, en este caso), y por tanto hay que averiguar si escapar de la cárcel será justo o injusto. Sócrates insiste: «Ni cuando se ha recibido una injusticia se debe responder con otra injusticia, como muchos creen, porque de ninguna manera se debe cometer una injusticia». Esta misma posición es defendida por Sócrates en el Gorgias, donde Calicles trata de ridiculizarle por ello, lo mismo que Trasímaco en República.
  • 50-53 - Para apoyar sus argumentos, Sócrates usa el recurso de personificar a las Leyes, y pensar en qué dirían ante su huida: esa acción las anularía, suponiendo su destrucción y la de la ciudad. Interesante es observar cómo Sócrates hace que este falso personaje utilice el método socrático contra sí mismo, apoyando sus argumentos. «O eres tan sabio que te ha pasado por alto que la patria es más honrosa, más venerable, más sagrada y de mayor estima que una madre, un padre y todos los demás antepasados». Por otra parte, crecer y vivir en Atenas, y no mudarse a otro lugar, supone la aceptación de las leyes, que ahora hay que cumplir. Además, al llegar a otra ciudad, un destructor de leyes bien podría ser acusado de corromper a los jóvenes (argumento ya usado en la Apología para no poner el destierro como alternativa a la pena de muerte). «¿Adónde se nos irán aquellos razonamientos acerca de la justicia y las otras virtudes?».
  • 54 - Después de señalar que sus hijos serán cuidados por los amigos que deja (los hijos de Sócrates habían servido de argumento a Critón), Sócrates finaliza su falso diálogo con las Leyes aludiendo a las leyes del Hades y a la justicia divina: por encima de la justicia humana hay otra, pues cada alma debe ser juzgada. Convencido Critón, el diálogo termina bruscamente.

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