Esquilo: Introducción

Seguiremos para este autor la edición de Gredos, con traducción de B. Perea e introducción de F. Rodríguez Adrados.

Nacido en Atenas hacia el año 525 aC y fallecido el 456 aC, Esquilo es cronológicamente el primero de los tres grandes trágicos.
Hasta los quince años vivió en la Atenas gobernada por tiranos (Pisístrato primero, y luego sus hijos Hiparco e Hipias), hasta el momento del segundo establecimiento de la democracia (510 aC). No olvidó este período de su vida, y aparecen en el trasfondo de algunos de sus personajes (Eteocles, Agamenón): grandes gobernantes sin respeto a los dioses ni al pueblo.
Aunque ha pasado a la inmortalidad por sus tragedias, en su propia inscripción funeraria Esquilo no se glorió de ello, sino de haber participado en la batalla de Maratón (490 aC) contra los persas de Darío. En la segunda invasión persa, la de Jerjes, es posible que participara en la batalla naval de Salamina (480 aC), que es la aparecida en Los Persas.
Vivió por tanto Esquilo la consolidación de la democracia gracias a la amenaza exterior (Ni anarquía ni despotismo es el lema de Las Euménides), pero también los dilemas entre el sector más tradicional y el más progresista (en el 462 aC, Cimón sufrió ostracismo y Efialtes fue asesinado; el Areópago ve reducidas sus funciones), la defensa de las viejas costumbres por los nobles temerosos de nuevas aventuras y el comienzo de un régimen de tipo imperial deseado por industriales y comerciantes. Prevenía entonces Esquilo (en La Orestea) contra los riesgos del expansionismo y exigía el respeto a la ley.
Hacia el final de su vida, Esquilo aceptó una invitación de Hierón (el tirano de Siracusa) y presentó en su honor Las mujeres de Etna (obra perdida). En esos últimos años, parece un hombre desalentado.

Escribió y puso en escena unas ochenta tragedias, de las que únicamente nos han llegado siete. Que se hayan conservado se debe a que fueron las más estudiadas y copiadas, y por tanto podemos suponer que serían las más significativas.
Sabemos que Sófocles compitió victoriosamente contra Esquilo ya en el 468 aC, pero la más antigua de sus obras conservadas data de 472 aC. Eso hace que de la tragedia del siglo V aC sólo conservamos a Esquilo (de la comedia, creada en 485 tampoco queda nada). Esquilo es olímpico y distante: es el poeta de la religión de Zeus, que castiga la injusticia; es el poeta de las ideas que luchan a lo largo de las generaciones. Lucha que intenta conciliar: justicia estricta atemperada por la gracia que otorgan finalmente las deidades. Conciliación también de poder y libertad, de sociedad e individuo. Pero Esquilo no elogia ya a los individuos heroicos, sino que teme a los conquistadores de ciudades: una nueva mentalidad nacida tras el paso de la épica.

En las obras de Esquilo el coro ocupa un espacio máximo, dando una interpretación religiosa, filosófica y poética de los temas en que están involucrados los personajes (la grandeza y la caída, el poder y los súbditos,...). Las obras, sobre todo las más antiguas, están centradas en torno a un coro que danza y canta, que representa a una colectividad en una situación angustiosa; su "salvación" (a través del sufrimiento y la muerte) sólo llega con el desenlace de la trilogía. Respecto a los actores, únicamente aparecen dos, alternando sus intervenciones con los cantos del coro (llamados estásimos) y apareciendo algunas veces en monodias.
La acción es escueta y simple en sus obras, principalmente debido a la organización en trilogías, por donde avanzan las diferentes ideas sobre el poder y los súbditos. Esquilo prefiere las trilogías ligadas (a concurso debían presentarse tres tragedias y un drama satírico, pero podían ser de tema independiente), lo que le permite una acción más compleja y una reflexión más profunda sobre ella.
Toma temas míticos de Homero o de otros poemas épicos posteriores, como los Cantos Chipriotas, pero también, como hemos visto, se basa en la realidad. Se forma así la tragedia como un gran espectáculo musical y poético, heredero de la majestad épica y de la belleza coral, con tonos arcaicos y religiosos y con presentación mimética. Esquilo buscaba deslumbrar y seducir a su público con la combinación de un pensamiento profundo y un léxico mayestático, con largas palabras derivadas y términos arcaicos.

Siete, como decíamos, son las obras de Esquilo conservadas. Las analizaremos pormenorizadamente en diferentes entradas, a las que pueden acceder pinchando en los enlaces siguientes.

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