Lírica popular

Lírica coral popular de tipo hímnico
En estos veintitrés fragmentos siempre hay un coro, realizando una acción ritual {En los correspondientes a los siguientes apartados habrá un grupo, pero no un coro propiamente dicho}. El himno en general es la expresión cantada de la petición de ayuda divina que acompaña a la danza. El ambiente primitivo, de fiesta colectiva, puede encontrarse en varios detalles, pero sobre todo en las divinidades: la golondrina, la planta del lino, el falo, o el tratamiento de los dioses que luego llegaría a ser importantes y panhelénicos (Zeus como dios que trae la lluvia, Dioniso como falo o toro); el uso del mito es prácticamente nulo, notable diferencia con la lírica literaria.
Temas comunes son la cuestación (petición de limosna, como en nuestro aguinaldo pero hace 2500 años), el canto ante la puerta cerrada (paraclausíthyron), las alusiones eróticas,...
Canción de los itífalos:
Retiraos, amplio espacio dejad para el dios: pues quiere el dios erecto marchar por el medio.

Lírica coral ritual de tipo hímnico
A partir de la lírica dominada por la danza, en la que dominaba la repetición sobre la creación, aparece (desde finales del siglo VIII aC) la lírica literaria, dominada por la palabra y la innovación original, y destinada también a las celebraciones de ciudades y santuarios. Tampoco se crearon obras nuevas para cada celebración, repitiéndose las ya existentes (por ejemplo, se aplicaron a nuevos dioses, o incluso para ensalzar a individuos). Se generaría un proceso de popularización, cuando el vulgo tomara la obra de un poeta y la repitiera, versionándola según su estilo. Aparecen así inscripciones con pequeñas variantes del mismo himno en ciudades diversas. El tipo más frecuente es el del peán: himnos a Apolo (u otro dios conexo con éste), con el mito uniéndose al tradicional estribillo coral. Las fechas de los fragmentos conservados (en número de veintitrés) oscilan entre el siglo V y el II aC, y se extienden a todo el mundo griego (incluidos Egipto y Macedonia en época helenística). No olvidemos, sin embargo, que son eco de una lírica más antigua, como puede verse por su estructura de una sola estrofa, a veces con refrán.
Comienzo del peán a Lisandro (en Samos, tras la guerra del Peloponeso, 404 aC):
Al general de la Hélade sagrada, procedente de la anchurosa Esparta, celebraremos en un himno, oh, ié Peán.

Monodias o diálogos no hímnicos
No hay un verdadero coro en estos fragmentos (aunque sí un grupo de acompañantes, sean iniciados de los misterios, el cortejo de boda, guerreros, atletas,...). Esta serie de textos son fórmulas, primeramente religiosas, en las que podemos ver una transición hacia la literatura hímnica. Usan abundantemente la repetición de palabras y la aliteración, acercándose a los conjuros y a las canciones de trabajo (como los carmen latinos). Es bien conocida la evolución de lo sacral a lo lúdico, pero también hay un desarrollo del culto a divinidades 'vegetales' (que aman y mueren, y son buscadas) hacia motivos eróticos o trenéticos en boca de mujeres. A veces, las monodias se engloban en una poesía popular compleja, mal conservada, pero que conocemos por referencias y versiones de autores posteriores (Safo, Aristófanes,...). El corpus que nos ha llegado es escasísimo al lado del amplio caudal que debió de existir. Los fragmentos conforman un total de ocho fórmulas religiosas, dos canciones guerreras, una canción de trabajo, cinco conjuros, tres canciones en los juegos atléticos, ocho canciones de juegos infantiles y cuatro canciones eróticas.
Conjuro contra los orzuelos (frotados con granos de cebada):
Huye, huye: la cebada te persigue.

Escolios
Se trata de canciones breves, cantadas en solitario, y que solían ser intercambiadas en los banquetes. Derivan de la tradición monódica. Pero el arte de improvisar poesía no es un don extendido, y se suplía conociendo de memoria poemas elegíacos o estrofas líricas anónimas. Estas últimas, difundidas con diversas variantes, conforman los escolios. Esta tradición puede clasificarse como aristocrática, haciéndose popular en los ambientes distinguidos de la Atenas del VI o V aC, junto a la elegía. La estructura suele estar formada por un poema del anfitrión y las intervenciones de sus huéspedes, bien como competición, bien con críticas y respuestas directas. Los treinta y cuatro fragmentos que conservamos proceden de dos colecciones del siglo V aC que contienen material más antiguo, transmitidas por Ateneo y Diógenes Laercio. Se encuentran temas diversos: himnos a deidades (probablemente, para abrir el banquete), temas míticos, temas históricos, tema de los amigos (de carácter maniqueo), temas convivales (satisfacción en la comida o el amor), o sátiras. Dos ejemplos:
Conmigo bebe, conmigo festeja, conmigo ama, conmigo ponte la corona: conmigo enloquece cuando yo enloquezca, sé temperante cuando yo lo sea.
Bajo toda piedra, compañero, se esconde un escorpión. Cuidado no te muerda: a lo oculto le acompaña todo engaño.

Toda esta lírica arcaica de carácter popular y anónimo es muy útil para conocer la sociedad de su tiempo. Sin embargo, lo es menos que los textos explicativos y notas que acompañan a los fragmentos en nuestra edición, que además nos han resultado más entretenidos. No es lectura recomendable, por tanto, para quien no posea una sana curiosidad.

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