Dinarco: Contra Aristogitón

Aristogitón fue el orador (y sicofanta) que había llevado a los tribunales, con poco éxito, a Hiperides y Demóstenes. Sufrió varios procesos en propias carnes, como la acusación de Licurgo y Demóstenes por haber ejercido sus derechos civiles (hablar en público) siendo deudor del Tesoro. Al saltar el asunto de Hárpalo, el informe del Areópago le acusaba de haber sido sobornado por veinte minas, una cantidad ridícula si se compara con los veinte talentos que se le atribuían a Demóstenes.

En el proceso contra Aristogitón, el cliente de Dinarco debió intervenir primero, por lo que en su discurso se esperaría la narración de los hechos y la argumentación. Sin embargo, el propio orador justifica su ausencia por el conocimiento que los jueces tenían de los crímenes, que quedaba demostrado por el informe del Areópago. Esto explicaría también la brevedad del discurso (que además parece mutilado en su final) y el que, como se sugiere en la propia obra, los otros acusadores se limitaran también a una breve exposición.

El presente discurso se limita a pedir la condena para el acusado, insistiendo en los numerosos crímenes cometidos por este, que infringen todas las reglas previstas por los primeros legisladores de Atenas. El resultado del proceso, empero, fue la absolución de Aristogitón, quizá por la insignificante suma recibida, quizá porque los principales acusados (Demóstenes y Démades) ya habían sido condenados.

Este es el resumen de la obra, siguiendo la numeración de sus epígrafes:
  • 1-4. Exordio. Aristogitón, que ha recibido veinte minas del tesoro de Hárpalo, pretende demostrar la falsedad del informe del Areópago. El acusado es un criminal que debe ser condenado a muerte.
  • 5-7. La llegada de Hárpalo a Atenas ha contribuido a descubrir a los traidores. Los jueces no necesitan a los oradores para formarse una opinión de los hechos.
  • 8-13. El historial de Aristogitón está contra él: se comportó mal con su padre y con sus compañeros de prisión; se prohibió aceptarlo como magistrado; calumnió a la sacerdotisa de Ártemis Brauronia; tenía deudas con el erario público.
  • 14-19. Aristogitón debe ser condenado. Los primeros legisladores atenienses impusieron leyes que el acusado ha infringido. Su perversidad ya se conocía antes del informe del Areópago.
  • 20-26. Los jueces deben condenar a Aristogitón como medida de persuasión. Si sus antepasados prohibieron la estancia en Atenas de Artmio de Zelea (un próxeno enviado por Artajerjes al Peloponeso para promover una guerra contra los atenienses, en 461 aC), ¿qué harían con un ateniense que se deja sobornar?

Hiperides: Contra Demóstenes, sobre el dinero de Hárpalo

En el año 323 aC, Hiperides fue elegido por el pueblo como uno de los diez acusadores en el caso de Hárpalo. En el proceso contra Demóstenes, pronunció su discurso después de los de Estratocles y el cliente de Dinarco.

El discurso ha llegado al presente muy mutilado, aunque lo conservado basta para conocer los argumentos utilizados por Hiperides: la declaración del Areópago es prueba suficiente de la culpabilidad de Demóstenes, pero es seguro que él no aceptará su decisión, aun cuando fue quien pidió que dicho tribunal dirigiese la investigación; Demóstenes primero confesó que había cogido el dinero, aunque luego lo negara; Demóstenes apoya abiertamente a Alejandro, y por eso dejó escapar una oportunidad para oponérsele; Demóstenes, como Démades, se enriqueció en su vida pública, y se mostró descuidado con el dinero de la ciudad.

Su estado fragmentado dificulta dar un juicio sobre su valor literario. En el exordio, las cuestiones de derecho se exponen con claridad y agudeza, aunque su argumentación se basa únicamente en la declaración del Areópago. Según sus palabras, la decisión del tribunal no admite discusión, y solo sería necesario considerar el grado de culpabilidad de Demóstenes. La indignación frente al amigo corrompido está impregnada de una suerte de tristeza, como cuando opone la avanzada edad de Demóstenes frente a la juventud de sus acusadores. Pero también aparecen pasajes llenos de sarcasmo e ironía, y otros en los que destaca su elocuencia y el vivo cuadro de costumbres que traza.

Este es el contenido del discurso, siguiendo el orden de los epígrafes:
  • 1-7. Exordio: fragmentos conservados.
  • 7-8. Objeto del discurso.
  • 8-14. Narración de los hechos.
  • 15-19. La corrupción y la traición de Demóstenes encuentran confirmación en su actitud respecto al dinero de Hárpalo.
  • 20-23. Cambio político de Demóstenes y ruptura con Hiperides.
  • 24-25. Gravedad del delito de corrupción en un hombre como Demóstenes, debido a su responsabilidad política.
  • 26-30. Contraste entre el gran rigor de los oradores hacia los ciudadanos privados, y la indulgencia que el pueblo reserva a los oradores.
  • 31-34. Ingratitud de Demóstenes hacia el pueblo y oscilaciones en su actuación política.
  • 35-37. No se debe comprometer la seguridad del Estado para salvaguardar las ganancias de algunos particulares.
  • 38-40. Peroración, en la que invita a los jueces a dar su merecido a los acusados y condenarlos.

Dinarco: Contra Demóstenes

Los tres discursos conservados de Dinarco están relacionados con el proceso de Hárpalo, y el primero, este Contra Demóstenes, es el más largo de ellos. Esta longitud hace pensar que el orador que pronunció el discurso fuera una persona de cierta importancia, pero nada sabemos de él.

El discurso fue pronunciado en segundo lugar, después de la presencia en la tribuna de Estratocles, y esto explica ciertos aspectos de su estructura, pues debe entenderse que en una acusación el primer discurso, que contiene la narración y la argumentación, ya deja demostrada la culpabilidad del acusado. Por tanto, una deuterología tiene la misión de suscitar la cólera de los jueces, y en el caso que nos ocupa anticipar las objeciones que pondrá la parte contraria. Así se explica la aparente falta de un plan lógico, y la preponderancia de grandes proclamas morales frente a las pruebas lógicas.

La exposición de los hechos es sustituida en el discurso de Dinarco por un largo recuerdo del pasado de Demóstenes, en el que se le hace responsable de las desgracias que se han abatido sobre Grecia, como la caída de Tebas, debido a la desastrosa política llevada respecto a Macedonia. La conducta del acusado se compara con la de grandes hombres del pasado.

Respecto al estilo, es muy característico el gran número de préstamos tomados de otros oradores, como Isócrates, Esquines o, paradójicamente, el propio Demóstenes. Por ejemplo, utiliza de forma magistral un topos retórico de reciente aparición, en la que la imagen de una Tebas gloriosa y mártir se tiñe de compasión.

Esta es la estructura del discurso, siguiendo el número de sus epígrafes:
  • 1-3. Exordio: Se abordan algunos puntos ya tratados por Estratocles. Apelación a los jueces para que condenen a Demóstenes.
  • 4-17. El pueblo ha confiado la investigación al consejo del Areópago, en cuyo informe se declara que Demóstenes recibió veinte talentos. Pero este lo niega y se lo recrimina a dicho Consejo. Si Timoteo fue condenado, ¿será absuelto Demóstenes?
  • 18-27. Demóstenes permitió la destrucción de Tebas, aliada de Atenas. Otros muchos han sido condenados por crímenes menos graves.
  • 28-47. Demóstenes ha sido pagado por Macedonia, y ha arruinado a todos los que se habían unido a él. Ha dejado escapar ocasiones ventajosas para la ciudad, y se ha portado de forma muy diferente a los grandes hombres del pasado.
  • 48-63. Demóstenes asegura que el Areópago condenó al cliente de Dinarco, pero esto no es así. Diversos acusados por el Areópago han sido absueltos por el pueblo, mientras que dicho Consejo condenó muchas veces por instigación de Demóstenes.
  • 64-71. Los jueces deben condenar a Demóstenes, ya que este ha dificultado las relaciones entre Atenas y Alejandro de Macedonia.
  • 72-83. Los hombres de Estado son responsables de la prosperidad o el infortunio de una ciudad. Atenas y Tebas fueron arruinadas por traidores. «Así es él: en los combates, guardián de su casa, entre los que se quedan en su casa, embajador, y entre los embajadores, fugitivo».
  • 84-104. Se debe dar crédito a las conclusiones del Areópago. Recuerdo de antiguos procesos. Demóstenes no ha cumplido  con los servicios que de él se esperaban, sino que ha favorecido a Macedonia. «Cuando a las demás dificultades y peligros que nos circundan se ha agregado la corrupción de los propios miembros de la ciudad, cuando todos en común luchamos contra una deshonrosa inculpación y para que no se crea que el Estado retiene fondos que están en manos de algunos particulares, ¿quién espera que en este momento nos salve ese Demóstenes con sus consejos y su administración militar?».
  • 105-114. Los jueces no deben dejarse influir por llantos y súplicas, sino recordar las tumbas de los antepasados, pensar en la patria, y condenar a Demóstenes.

Dinarco: Introducción

Usaremos para este autor el libro Oradores menores, editado por Gredos, con traducción y notas de José Miguel García Ruiz, así como una introducción a cargo de Cristóbal Macías Villalobos.

De las fuentes clásicas, la principal para conocer a Dinarco es el retrato realizado por Dionisio de Halicarnaso. De ella deriva la biografía del pseudo-Plutarco, mientras que la Suda en este caso habla de una persona diferente del mismo nombre.

Dinarco, hijo de Sóstrato, nació en Corinto hacia 361 aC. Dos décadas más tarde, hacia 342 aC, llega a Atenas, donde sería discípulo de Teofrasto y de Demetrio de Falero (este último discípulo también de Teofrasto, y más joven que el propio Dinarco). Es posible que antes de ser logógrafo se dedicara a la filosofía.

Como meteco, no pudo participar en los asuntos políticos de la ciudad, pero elaboró discursos para otros desde el año 336/5 aC. Llegó a alcanzar cierta relevancia tras la muerte de Alejandro Magno, cuando Demóstenes y los otros grandes oradores se mantuvieron apartados de la actividad y Casandro controlaba Grecia. Casandro había entregado el gobierno de Atenas a Demetrio de Falero, quien dirigió los asuntos de la ciudad de 317 a 307 aC. Esta fue la etapa más brillante de Dinarco, que llegó a amasar una fortuna considerable.

Cuando se restableció la democracia, Dinarco fue acusado de apoyar el régimen oligárquico anterior, y se vio obligado a huir a Calcis de Eubea. Allí permaneció quince años, y alcanzó también gran prosperidad. En 292 aC se permitió el regreso de los exiliados atenienses, y Dinarco pudo volver a Atenas gracias a la intervención de Teofrasto. Ya anciano, y con la vista debilitada, se alojó en casa de un conocido, de nombre Próxeno. Dado que este mostró poco interés en encontrar cierta cantidad de dinero que Dinarco había perdido en su casa, el orador lo denunció, en lo que sería su primera intervención personal ante un tribunal.

Es poco probable que viviera durante muchos años más, y aunque se desconoce la fecha exacta de su muerte, suele proponerse el 291 aC.

Dinarco fue un autor muy prolífico, y en el siglo I aC se le atribuían más de 160 discursos. Dionisio de Halicarnaso conoció 87, aunque consideró que solo 60 eran auténticos. Otros doce de diferente nombre mencionan otros autores clásicos. Sin embargo, solo siete han llegado a la actualidad, de los que tres están relacionados con el proceso de Hárpalo, y los otro cuatro han sido considerados obra de Demóstenes y aparecen hoy día en su corpus.

Sus tres discursos conservados son, por tanto, del mismo año, el 323 aC:

La valoración de la oratoria de Dinarco para los antiguos no es muy positiva (salvo para Demetrio de Magnesia, que lo prefería a Hiperides). Por ejemplo, Dionisio de Halicarnaso lo consideraba un imitador del estilo demosténico, y lo llama «Demóstenes rústico» y «Demóstenes de cebada».

Pero Dinarco tiene, sin embargo, ciertos méritos: a pesar de ser extranjero demuestra un gran conocimiento de la sociedad y la vida atenienses; posee cierta capacidad para la creación de imágenes y hace buen uso de la ironía; y su utilización de largas frases vehementes, con acumulación de interrogaciones, diálogos ficticios y anadiplosis (comenzar una oración con el final de la anterior), logra acentuar lo patético o acrecentar la indignación. También demuestra habilidad para variar los temas que trata y para usar los ejemplos históricos, además de un conjunto de recursos retóricos que crean la ilusión de espontaneidad.

Sus discursos poseen también un interés histórico, como muestra de la oposición a Demóstenes y de la violencia de la elocuencia en el siglo IV aC.

Demóstenes: Proemios de discursos políticos

En muchos de los manuscritos que transmiten las obras de Demóstenes aparecen fragmentos de discursos, hasta sumar la cifra de 56. Muchos de ellos son en efecto prólogos, y según los casos su tema puede considerarse político (por ejemplo, seis de ellos coinciden con los que aparecen en las Filípicas). Sin embargo, otros son extractos de discursos perdidos, o ni siquiera tienen que ver con la oratoria dirigida al pueblo.

Treinta de los fragmentos sí se ajustan a esa denominación con la que han sido transmitidos, pues son prólogos dirigidos a adversarios políticos o a un auditorio interesado en la cosa pública. Y todos parecen poseer rasgos del estilo demosténico. Algunos de ellos pueden no parecer prólogos, ya que comienzan in media res, pero es solo porque proceden de deuterologías, los segundos discursos del proceso judicial.

La cronología de los fragmentos difiere de un estudioso a otro, pues se basa en datos indirectos. Así, si el orador se presenta como un desconocido, un ciudadano corriente, el discurso tiene grandes probabilidades de ser antiguo, perteneciente a los comienzos de la carrera de Demóstenes. El parecido con una pieza conocida o la alusión de un hecho histórico también pueden dar una idea bastante aproximada de la fecha de composición del fragmento.

Desde el punto de vista del contenido, estos Proemios son buena muestra de la degradación que experimentaron las prácticas políticas atenienses a partir del siglo IV aC. Además, permiten estudiar la evolución del estilo de Demóstenes al observar las correcciones, transposiciones y transformaciones que el orador utilizaba para retocar sus discursos.

Algunas citas de la serie de prólogos:

«(...) pues los oradores no os ofrecen consejo respecto de las circunstancias presentes, sino que se acusan e injurian unos a otros, según estimo yo, acostumbrándoos a escuchar, sin juicio, todas las maldades de las que son responsables, con el fin de que si alguna vez se ven envueltos en un pleito, vosotros no penséis que estáis oyendo nada nuevo, antes bien, con relación a cargos por los que os habéis irritado muchas veces, seáis jueces y árbitros más indulgentes de las fechorías perpetradas por ellos».

«(...) si no estáis dispuestos a escuchar a vuestros impugnadores, afirmarán que vosotros habéis sido engañados; en cambio, si los habéis escuchado pero no habéis sido persuadidos, inmediatamente quedará probado que estaban aconsejando las peores soluciones».

«(...) intentar vencer por cualquier medio, yo diría que es propio de quien es víctima de ansiedad, una de dos, o por locura o por afán de lucro».

Demóstenes: Cartas

Nos han llegado seis cartas de Demóstenes, sobre las que cayó casi de inmediato la duda sobre su autenticidad. Las cartas V y VI fueron pronto descartadas, pues muestran un estilo muy diferente al del bloque constituido por las cuatro primeras, sobre las que se sigue debatiendo la autoría.

La I ofrece varias expresiones y giros que se encuentran en el discurso Sobre la corona y en los Proemios, aunque se la ha considerado un trabajo inacabado. Las cartas II y III cuentan con una composición más libre que los discursos, pero que cuadra con el estilo demosténico (muy pocos hiatos y evitación de tres sílabas breves consecutivas, por ejemplo). En la IV, aunque se siguen cumpliendo estas reglas, la acumulación de figuras gorgianas y ciertos vislumbres de imitación hacen poner en duda su autenticidad. Además, no fue citada por los autores antiguos. La V, llena de hiatos y acumulaciones de sílabas breves, resulta una clara falsificación. La VI no parece indigna de Demóstenes, pero el hecho de ser enviada desde el Peloponeso tras la batalla de Cranón (322 aC), nos hace preguntarnos por qué nada sabemos de una estancia del orador en el Peloponeso por esas fechas.

Éste es el contenido de las epístolas:

I. Sobre la concordia. Escrita poco después de la muerte de Alejandro Magno (323 aC), durante el exilio de Demóstenes en la isla de Calauria y dirigida al Consejo y la Asamblea de Atenas. En ella recomienda mantener la paz con las demás ciudades griegas y ocuparse de los asuntos propios de la ciudad.

II. Sobre su propio regreso. Escrita durante su estancia en Calauria (324-323 aC), donde había llegado desde Trecén, ya que había elegido el exilio voluntario tras fugarse de prisión, encerrado por, supuestamente, haberse apropiado de parte del dinero robado por Hárpalo, consejero y tesorero de Alejandro Magno. Recuerda a los atenienses su trabajo como embajador para la ciudad y sus otros servicios públicos, niega que siquiera conociera a Hárpalo y, a la vista del perdón ofrecido a otros encausados, solicita poder regresar a su patria.

III. Acerca de los hijos de Licurgo. Escrita poco después de la muerte de Licurgo (324 aC), alaba la dedicación política de este orador, cuya labor es tan conocida que, según cuenta, la ciudad está adquiriendo mala fama por el encarcelamiento de sus hijos. Se encarga de recordar diversos casos de individuos del partido del pueblo que, a causa de los filomacedonios, recibieron un mal trato. Por último, se centra en su propia situación, pues se vio obligado a exiliarse por no poder pagar una multa inmerecida.

IV. Acerca de la maledicencia de Terámenes. Se defiende de las injurias del tal Terámenes, que le echa en cara transmitir su mala suerte al pueblo. Pero, según Demóstenes, si así hubiera sido sus gestiones pasadas no hubieran sido alabadas.

V. A Heracleodoro. Una breve carta para suplicar al destinatario que lo mantenga apartado de un juicio en el que actúa como acusador. Como habla de que podría entrar en política, la carta, de ser auténtica, podría fecharse hacia 355 aC. Pero cierta alabanza hacia la escuela de Platón nos hace pensar que es más bien un ejercicio retórico.

VI. Al Consejo y al Pueblo de los atenienses. Muy breve mensaje en el que emplaza a un enviado suyo, con noticias sobre la batalla de Cranón. De escasa calidad y casi nulo contenido, parece más un ejercicio de algún alumno de retórica posterior.