Demóstenes: Contra Androción

A punto de finalizar el período en que había desempeñado sus funciones el Consejo de los Quinientos del año 356-355 aC, Androción solicita del pueblo una corona para premiar la labor llevada a cabo por la organización. La Asamblea da el visto bueno (solía hacerlo a poco que el Consejo se hubiera esforzado), pero surgen ciertos problemas: dos ciudadanos, Euctemón y Diodoro, presentan escrito de acusación de ilegalidad contra dicha propuesta.

La inculpación iba dirigida no tanto contra el Consejo saliente, sino contra Androción, autor de la propuesta, porque ambos acusadores habían sido acusados por éste anteriormente. Uno, de malversación de fondos; de parricidio el segundo. Se entabló una causa, en la que habló primero Euctemón, y a continuación Diodoro, quien se sirvió de un discurso escrito por un joven Demóstenes, y que es el que analizamos aquí.

Nos encontramos, por tanto, con una deuterología, un discurso presentado por un segundo acusador y que posee ciertos rasgos característicos: su objetivo es complementar las argumentaciones presentadas por el orador principal, y previene y refuta de antemano las vías de escape o argumentos a los que pudiera acudir la defensa. Las razones concretas en que se funda el discurso son: que no ha habido un decreto previo del Consejo (argumento débil, ya que la petición es un premio para el propio Consejo); que la ley exige que el Consejo, para solicitar recompensa, haya construido un cierto número mínimo de naves de guerra; y que el solicitante (Androción) no puede hacer uso de la palabra ante el pueblo, un derecho prohibido para los que se han prostituido o deben dinero al fisco. Por último, el orador completa la acusación contra Androción censurando su actuación: se comportó de forma severa con sus conciudadanos cuando era el encargado de recuperar el dinero que se debía al tesoro público, y dio muestras de egoísmo e insolidaridad en el asunto de la fabricación de vasos con el oro de las coronas ofrecidas a Atenas por sus aliados (ya que en las coronas se honraba al pueblo ateniense, y en los vasos aparecía el nombre de Androción).

Los acusadores no debieron de vencer este proceso, pues en caso contrario Diodoro no se lo hubiese callado cuando un par de años después pronunció Contra Timócrates (también de Demóstenes), ya que este personaje era amigo de Androción.

Antístenes y los cínicos

La escuela cínica, una de las líneas de pensamiento socrático, fue tal vez fundada por Antístenes, o cuanto menos influenciada por sus ideas. Su nombre, derivado de kyon («perro»), hacía referencia a su frugal modo de vida. El calificativo de «escuela» debe matizarse convenientemente, pues no siempre se tienen claras las relaciones maestro-alumno, y se piensa más bien en posiciones parecidas que parten de influencias comunes. Precisamente, los cínicos estaban en contra de la idea de escuela, ya que repudiaban las normas y convenciones.

Sus pensadores reinterpretaron las doctrinas socráticas, considerando que la civilización y su modo de vida eran un mal, y que la felicidad venía dada por una vida simple y acorde con la naturaleza.


Antístenes

Figura de colosal impacto en la conformación del pensamiento griego, tanto por la importancia de sus teorías del diálogo como por su impronta en la época helenística. Nació en Atenas hacia el 450 o 445 aC, y murió en 366 aC. Fue alumno del sofista Gorgias y se inició en los misterios órficos, para luego convertirse en discípulo de Sócrates.
Se interesó por la relación entre realidad y lenguaje, y adoptó una ontología materialista. Puso de relieve las constantes de la ética socrática: las capacidades de autonomía y autodominio, la fuerza del alma y la capacidad de soportar fatigas. Limitó a mínimos indispensables la necesidad de construcción teórica, oponiéndose así a los desarrollos platónicos. El ideal de autarquía es el eje de su pensamiento. Condena el placer como un mal radical, y considera un bien el no alcanzar ni fama ni gloria. Combate las ilusiones sociales, que refuerzan la esclavitud del ser humano. El sabio debe vivir con las leyes de la virtud más que con las de la ciudad. Subrayó el valor del trabajo como virtud. Su mensaje se dirige a todos, incluso a los malvados. De sus obras, se conservan dos breves fragmentos.


Diógenes de Sínope

Llamado el Sócrates loco. Nació hacia el 412 aC, y murió en Corinto en el 323 aC. Llevó al extremo el desdén de la escuela cínica por todo lo que no fuera la virtud del autodominio. Se le asoció con numerosas anécdotas: que vivía en un tonel, que andaba por el ágora con una lámpara buscando a un hombre honesto, etc. Se declaró ciudadano del mundo y actuaba con desfachatez ante las convenciones de la ciudad. Se conoce menos de su pensamiento, al parecer próximo al de Antístenes, aunque más preocupado con la ruptura con las convenciones sociales.


Crates de Tebas

Discípulo de Diógenes, que vivió entre el 328 y el 288 aC. Una anécdota dice que donó a la ciudad su fortuna, y adoptó, junto a su esposa Hiparquía, la vida de mendigo. Amable y respetuoso, defendía la filosofía cínica con un estilo menos agresivo. Predicaba la autarquía y la sencillez. Se lo considera el nexo entre cínicos y estoicos, al haber sido maestro de Zenón de Citio.


Hiparquía

Una de las primeras mujeres filósofas. Compartió con su esposo Crates el estilo de vida cínico.


Menipo de Gadara

Filósofo cínico, con rasgos cercanos al hedonismo. En sus diatribas de crítica moral y social mezcló la prosa y los versos, lo cómico y lo serio.

Aristipo y los cirenaicos

La escuela de Cirene, una de las líneas de pensamiento socrático, fue fundada por Arístipo. Emparentada con las escuelas megárica y cínica, su doctrina era un hedonismo en sentido estricto: el bien se identificaba con el bienestar físico. Con el tiempo, la escuela se dividió en diversas ramas, en función del pensamiento de su fundador, por lo que pueden distinguirse grupos como los hegesíacos, los anicerios o los teodorios. El calificativo de «escuela» debe matizarse convenientemente, pues no siempre se tienen claras las relaciones maestro-alumno, y se piensa más bien en posiciones parecidas que parten de influencias comunes.

Los cirenaicos se ocuparon sobre todo de ética. El bien supremo se identifica con el bienestar físico, y el placer es el primer motor de la vida. La felicidad humana consiste en librarse de toda inquietud, y la forma de lograr este objetivo es la autarquía.

Ésta es una lista de los filósofos cirenaicos más importantes:


Arístipo de Cirene


Vivió aproximadamente entre el 435 y el 356 aC. Le atrajo la fama de Sócrates, al visitar Grecia con ocasión de unas Olimpíadas, por lo que fue a su encuentro y se hizo su discípulo. Tras la muerte del maestro, regresó a su patria para dedicarse a la enseñanza. Vivió durante un tiempo en la corte del tirano de Siracusa, y se dice que fue hecho prisionero por Artafernes, el sátrapa de Lidia.
Arístipo sostuvo que el ser humano debe dominar sus placeres y no dejarse dominar por ellos: no es deshonesto el placer, pero sí lo es convertirse en su víctima. Propuso no encerrarse en ninguna ciudad y ser en todas extranjero, ya que la participación en el gobierno impide gozar de la vida con plenitud. De sus obras, que Diógenes Laercio consideraba frívolas y alejadas de la filosofía (supuestamente, dos de ellas fueron escritas a propósito de la hetera Lais de Corinto), no hemos conservado nada. Las cuatro cartas que llevan su nombre son evidentemente apócrifas.


Areta de Cirene

Hija y alumna de Arístipo. A su vez, enseñó filosofía a su hijo, llamado también Arístipo.


Arístipo Metrodidacta

Alumno de su madre Areta, hija de Arístipo. Parece que sistematizó la doctrina de su abuelo, distinguiendo el placer en reposo o pasivo, la sola ausencia del dolor, y el placer activo, que para él era el más alto grado de bien. Entre sus discípulos se contó Teodoro el Ateo.


Otros alumnos de Arístipo son Antípatro y su pupilo Epitidemes, Parebates y Aristóteles de Cirene.


Hegesias de Cirene

Nacido hacia el 300 aC. Discípulo de Parebates y compañero de Anniceris. Sostenía una visión más pesimista, ya que los placeres de la vida son pocos y muchos sus dolores, el conocimiento es incierto y todo lo domina el albur. Creyó que la felicidad era imposible de alcanzar, y que el propósito de la vida era evitar el dolor y el pesar. La muerte es preferible a la vida, salvo para el sabio, a quien ambas cosas le son indiferentes. Cicerón cuenta que sus enseñanzas causaron tantos suicidios, que Ptolomeo II lo exilió de Alejandría.


Anniceris de Cirene

Contemporáneo de Alejandro Magno. Discípulo de Parebates y compañero de Anniceris. Afirmó que existen placeres materiales y espirituales, siendo los primeros breves, y prolongándose toda la vida los segundos, útiles para luchar contra los dolores del cuerpo. El bien máximo es identificado con el placer social: el amor a la familia, el patriotismo, la amistad o la gratitud. Fue maestro de Teodoro el Ateo.


Teodoro de Cirene, el Ateo

Nacido en Cirene hacia el 340 aC, fue discípulo de Arístipo el Joven. Desterrado de su tierra, recaló en Atenas, donde vivió aproximadamente entre el 317 y el 307 aC, antes de escapar a un proceso por impiedad. Marchó a Egipto, y Ptolomeo I usó de sus servicios como embajador ante Lisímaco de Tracia. Quizá también estuviera en Corinto, aunque pasó sus últimos años en Cirene, y murió hacia el 250 aC. En su obra Sobre los dioses amplía el incipiente ateísmo de Epicuro al negar la existencia de los dioses. Su discípulo más importante fue Evémero, quien propondrá que los dioses son reyes del pasado divinizados.