Heródoto: Introducción

Seguimos para este autor la edición de Antonio González Caballo publicada por Akal.

Heródoto nació en Halicarnaso, ciudad dórica del Asia Menor, en el momento en que estas ciudades estaban cediendo en importancia frente a Atenas y Esparta. Su nacimiento se produjo en 484 aC, año arriba o abajo, justo entre los dos enfrentamientos militares que se convertirían en el eje motriz de sus Historias, las Guerras Médicas entre persas y griegos. En los primeros años de su juventud se vio obligado a huir de su patria por razones políticas, refugiándose en la jónica Samos. Regresaría posteriormente a su hogar, interviniendo en la caída del tirano Lígdamis, pero ese contacto con un espíritu más abierto se haría ya continuo, al integrar Halicarnaso la Liga ático-délica desde el 454 aC.

Ya en la madurez de su vida, sus ansias de saber y de contemplar el mundo le llevaron a realizar diversos viajes a las regiones sobre las que escribió: Egipto, Mesopotamia, Escitia, y quizá a la India. También habitó un tiempo en Atenas, el centro cultural del mundo griego donde ya se había asentado la democracia y se vivían las tensiones entre el espíritu arcaico y las innovaciones de la sofística (que introducía la duda frente a lo heredado y relativizaba el mundo religioso-moral). Allí forjó su amistad con Sófocles, uno de los tres grandes trágicos. También se asentó en Turios, la colonia del sur de Italia fundada a instancias de Pericles en 444 o 443 aC. Los datos biográficos posteriores a esta fecha son poco conocidos.

En las Historias parece haber existido un plan de composición, pero al narrar su exposición va aumentando el punto de vista. Este modo de "composición en anillo" se parece en Heródoto más bien a un gran río, cuyos afluentes el autor recorre arriba y abajo, a veces con extensas digresiones que nos hacen olvidar el curso principal. Su punto de referencia es el mundo griego y las guerras contra los persas, pero nos habla de los pueblos que con ellos tienen relación.

En su obra aparecen elementos estrictamente históricos, junto a otros imprescindibles para entenderlos: algunos datos etnográficos y geográficos. Recoge así la tradición de los logógrafos anteriores, pero convencido de la importante relación entre la geografía de un país y su desarrollo histórico. Podemos encontrar errores históricos (particularmente en la historia egipcia), datos zoológicos falsos y algunos elementos cuyo valor histórico es cuestionable, pero no podemos negarle la denominación de padre de la Historia que le otorgó Cicerón. No podemos olvidar que no procede de la misma tradición que el poco posterior Tucídides: a pesar de sus esfuerzos por conocer con exactitud, no puede contar con medios para comprobar y hallar pruebas de lo que cuenta, y en ocasiones se deja llevar por observaciones acientíficas de fenómenos naturales. La religión no es para él un hecho histórico más (como sí lo es para Tucídides), sino una de las causas del acontecer histórico. Pero esto no implica ingenuidad o ausencia de actitud crítica, sino que debemos ver al autor como a un hijo de su tiempo, conocedor del movimiento sofístico pero heredero de la mentalidad arcaica. Busca sin embargo una cierta actitud objetiva, al basarse en su experiencia personal, a relatos de terceras personas generalmente instruidas, y a la literatura anterior; también destaca su prudencia ante hechos poco creíbles y una actitud racionalizante ante ciertos mitos fácilmente rebatibles.

Su lengua aún deja ver influencias homéricas, con rasgos fundamentalmente jónicos y ciertas formas típicas del ático. Su sintaxis, más rica que la de la literatura anterior a él, no es excesivamente difícil.

Su obra se divide en nueve partes o libros:

Sófocles: Edipo en Colono

Separada veinte años de Edipo rey, no se trata de una segunda parte de ésta, y sin embargo en cierta forma sí que se complementan ambos personajes. La acción dramática es en un primer plano el sufrimiento del peregrinaje de Edipo, a quien ha servido de lazarillo su hija Antígona, y en un segundo plano una estructura articulada como súplica. Las Euménides atenienses acogerán al sufridor, no sin antes superar ciertas dificultades mostradas en las escenas con Creonte o Polinices. Junto al motivo principal aparecen otro: melancolía de la vejez, fe en la fuerza de una Atenas eterna, despedida y liberación en la muerte,...

Prólogo. Edipo se ha sentado a descansar, y acude un habitante de la región que le advierte que se encuentra en terreno sagrado, dedicado a las Euménides. Edipo, sabiendo que su fin está cerca, solicita la presencia de Teseo, rey de la ciudad. El hombre va en busca de los ancianos, mientras Edipo invoca a las diosas.

Párodo. Diálogo lírico en dos pares de estrofas, entre el Coro de ancianos y Edipo. El Coro invita a Edipo a salir del recinto sagrado y le promete no expulsarlo del país, pero cuando descubre la identidad del anciano olvida su promesa. Antígona suplica por ambos.

Episodio 1º. Edipo pide asilo al Coro, que opta por aceptar la decisión de Teseo. Llega Ismene, trayendo la noticia de la guerra entre los dos hijos varones de Edipo, y le avisa de que vendrán a buscarle. El Coro recomienda realizar unos ritos de expiación, e Ismene sale para cumplirlos. Diálogo lírico entre Edipo y el Coro, donde recuerdan las desgracias del anciano. Llega Teseo, y asegura protección a Edipo.
No puedo saber en qué momento los dioses tendrán compasión de tus sufrimientos.
La vejez y la muerte a su tiempo sólo a los dioses no alcanza. El tiempo, que todo lo puede, arrasa todas las demás cosas.
Estásimo 1º. Dos pares de estrofas en las que aparece un canto de alabanza a Colono y otro a la grandeza y belleza del Ática.

Episodio 2º. Creonte aparece, intentando que Edipo vuelva con él a Tebas. Ante las duras palabras del anciano, Creonte le amenaza, asegurándole que ya tiene retenida a Ismene. Se hace con Antígona y está a punto de prender a Edipo, pero Teseo llega para salvarlo, y ordena a Creonte que le muestre dónde tiene a las muchachas.
Con tus palabras podrías obtener más males que beneficios. Pero sé que no te convenceré de ello.
Eres hábil con la lengua. Yo no sé que sea justo ningún hombre porque hable bien de cualquier tema.
Estásimo 2º. Dos pares de estrofas, en las que el Coro expresa su deseo de presenciar el encuentro entre los raptores tebanos y los soldados áticos que han ido a su encuentro.

Episodio 3º. Entran las dos muchachas, rescatadas por Teseo, que comunica la presencia de un desconocido que desea ver a Edipo.

Estásimo 3º. Brevemente, los ancianos comentan la locura que supone prolongar la vida cuando las fuerzas ya han abandonado al hombre.

Episodio 4º. Dos partes separadas por un diálogo lírico. Polinices cuenta a su padre la situación en Tebas, pero Edipo le rechaza con maldiciones. Por un trueno sabe Edipo que le llega su hora, y transmite sus últimas instrucciones a Teseo.

Estásimo 4º. Con sólo un par de estrofas, el Coro suplica a los dioses infernales un paso no costoso al Hades para Edipo.

Éxodo. Un mensajero cuenta el final de Edipo. Sus hijas se lamentan en un diálogo lírico, y Antígona solicita a Teseo que las mande a Tebas, para evitar, si pueden, el desastre de sus hermanos.

Este final enlazaría con Los siete contra Tebas, de Esquilo, y luego con Antígona, del mismo autor que la presente tragedia.

Sófocles: Filoctetes

Drama sobre un tema que sabemos tratado por los tres grandes trágicos, aunque las obras de Esquilo y Eurípides se han perdido. Un oráculo ha anunciado que Troya sólo será tomada por el arco de Filoctetes, el guerrero a quien sus camaradas habían abandonado por su incómoda presencia (le supuraba, hedionda, una llaga del pie, y él gritaba de dolor continuamente). En su solitaria ínsula, Filoctetes se lamenta de su mala dicha. Ulises, ayudado por el Coro de marineros, prepara un plan. Neoptólemo, hijo de Aquiles, se convierte en mediador y portador de la llamada a la sociabilidad. Sobreviene en la última parte la epifanía de Heracles, ya deificado: prácticamente un final de deus ex machina, si no fuera porque cuando la deidad se retira aún tiene el hombre campo de actuación para elegir su camino. Sin embargo, es una conclusión poco usual en una tragedia, pues más bien se establece un final feliz; es trágico el personaje de Filoctetes, sometido a la voluntad de los hombres y de los dioses, pero la obra de la que es protagonista no posee, como digo, esa magnificencia terminal, en muerte o locura, que conlleva el descubrimiento de un oscuro secreto.

Prólogo. Ulises muestra a Neoptólemo el lugar donde fue abandonado Filoctetes, diez años atrás. El joven descubre una gruta habitada. Ulises le recomienda capturar al héroe fingiendo enemistad contra los Atridas y el propio Ulises.

Párodo. Entra el Coro, los quince marineros de la tripulación de Neoptólemo. Éste les transmite las órdenes de acechar a Filoctetes, y se comenta la suerte del héroe.

Episodio 1º. Filoctetes y Neoptólemo se reconocen, y el joven le cuenta el motivo fingido de su presencia en la isla. Llega un emisario de Ulises, disfrazado de mercader, que anuncia que los griegos les buscan. Filoctetes quiere huir, y ambos entran a su cueva a por los enseres.

Estásimo 1º. El Coro vuelve a lamentarse por los sufrimientos de Filoctetes.

Episodio 2º. Filoctetes experimenta agudos dolores, y entrega su arco a Neoptólemo para que lo guarde.

Estásimo 2º. Sustituido por un diálogo lírico, en el que el Coro urge a Neoptólemo a llevarse el arco aprovechando el sueño de Filoctetes.
Es un oprobio deshonroso jactarse de hazañas incompletas y acompañadas de falsedades.
Episodio 3º. Neoptólemo confiesa a Filoctetes, ya despierto, el plan de llevarlo a Troya. El héroe pide su arco, pero Ulises llega y lo impide. Parten Ulises y Neoptólemo, aunque éste solicita al Coro que se quede junto a Filoctetes mientras el resto de marineros preparan la partida.
Y ahora, respecto a mí, desgraciado, tienes intención de sacarme atado de este promontorio en donde tú me arrojaste antes, sin amigos, abandonado, sin patria, como un muerto entre vivos.
Estásimo 3º. Sustituido por un diálogo lírico, en el que Filoctetes se lamenta de la pérdida del arco, que le traerá males mayores, y el Coro le recuerda que es culpa suya, por no querer abandonar la isla. Llegan Ulises y Neoptólemo.
Es propio del hombre decir razonablemente lo que es justo, pero, una vez dicho, no echar en cara palabras mortificantes que resulten odiosas.
Éxodo. Neoptólemo devuelve el arco a Filoctetes, y sigue intentando convencerle. Aparición de Heracles, que ordena al héroe partir a Troya, donde podrá ser curado y cumplir su destino.
A los hombres les es forzoso soportar las fortunas que los dioses les asignan. Pero a cuantos cargan con males voluntarios, como tú, no es justo que nadie les tenga clemencia ni compasión.

Sófocles: Electra

Este drama trata el mismo tema que Las coéforas de Esquilo y Electra de Eurípides. En la primera parte de la adaptación de Sófocles, aumenta poco a poco el dolor de la protagonista, descubriéndose así su naturaleza. La segunda se centra en el acto de la venganza. Las manifestaciones de dolor se dilatan por muchos versos, mientras que el acto matricida es sucinto en extremo. El acto no se observa desde la óptica culpa-castigo, sino que es la única forma de purificar el mundo manchado por el asesinato de Agamenón.

Prólogo.Orestes explica su plan a su pedagogo, que se encargó de él desde pequeño, y a Pílades; pero antes van a verter libaciones sobre la tumba de Agamenón. Lamentos de Electra.
Y ahora, ciertamente, Orestes y tú, Pílades, el más querido de los huéspedes, debéis tomar pronto una decisión sobre lo que tenéis que hacer, porque el brillante resplandor del sol provoca los cantos matutinos de las aves, nítidos ya, y la negra noche llena de estrellas nos ha abandonado.
Los odiosos lechos de esta casa desdichada son ya conocedores de lo que ocurre durante la noche: cuántas veces gimo por mi infortunado padre, a quien el sangriento Ares no recibió como huésped en tierra extranjera, sino que mi madre y el que comparte su lecho, Egisto, como leñadores a un árbol, le abrieron la cabeza con asesina hacha.
Párodo. Tres pares de estrofas, con epodo, en las que el Coro y Electra mantienen un diálogo lírico. Ella deja clara su actitud fiel a su padre, y su esperanza vengativa en Orestes. El Coro de doncellas recomienda calma y confianza en los dioses.

Episodio 1º. Con dos partes: diálogo entre Electra y la Corifeo, en la que la joven justifica su conducta; y discusión en la que, por oposición a su hermana Crisótemis, se manifiestan los rasgos de Electra, quien ignora las amenazas de su madre y de Egisto. Crisótemis marcha a la tumba de Agamenón, pero en lugar de verter las libaciones de parte de su madre, accede a solicitar su venganza.
Siento vergüenza, mujeres, de pareceros que estoy demasiado afligida por mis muchos gemidos, pero la fuerza de los hechos me obliga a hacerlo.
Estásimo 1º. Un par de estrofas en las que el Coro se muestra esperanzado por la visión nocturna de Clitemnestra, y predice la pronta venganza del espíritu de Agamenón.

Episodio 2º. Con cuatro escenas: Diálogo agrio entre Electra y Clitemnestra; entrada del pedagogo disfrazado que cuenta la supuesta muerte de Orestes; diálogo lírico entre Electra y el Coro, en el que la joven gime ante su soledad; entrada alborotada de Crisótemis, que ha descubierto sobre la tumba de Agamenón pruebas de la presencia de Orestes.
Comprendo que hago cosas intempestivas y que no son apropiadas para mí. Pero la hostilidad que de ti me viene y tus actos me fuerzan a hacerlo. En acciones deshonrosas se aprende a obrar deshonrosamente.
Es extraño dar a luz. No se consigue odiar a los que has engendrado, ni aun sufriendo males por ellos.
Estásimo 2º. Dos pares de estrofas que comparan la actitud de las dos hermanas.

Episodio 3º. Orestes y Pílades llegan, haciéndose pasar por extranjeros. Orestes se da a conocer a Electra, y hablan de sus planes. El pedagogo entra en escena y también se da a conocer a la joven. Entran todos a palacio.
Ten cuidado, que incluso en las mujeres se encuentra Ares, y tú lo sabes bien por propia experiencia.
Estásimo 3º. Un par de breves estrofas en las que el Coro imagina lo que están llevando a cabo los vengadores.
Acaban de entrar bajo el techo de palacio, vengadores de funestos crímenes, los perros de los que no se puede escapar.
Éxodo. Electra sale de palacio para describir la muerte de Clitemnestra. Llega Egisto, y al entrar en palacio sufre el mismo destino.
¡Ay, ay, techos vacíos de amigos y llenos de quienes hacen perecer!

Sófocles: Edipo Rey

Se trata de la tragedia por antonomasia: el espejo en el que se miran los demás dramas. Puede verse en ella una pintura de los esfuerzos del hombre por escapar a su destino, que finalmente acaba imponiéndose; o un estudio psicológico, o un drama de culpa y castigo. Mas si lo mirábamos bajo esa óptica, estaríamos siendo anacrónicos: Edipo Rey debe verse con la intención religiosa de su época y de su autor. Se trata de un drama de revelaciones, casi más cercano al género de los misterios que al teatro usual, que recorre una suerte de camino existencial, desde la falsa apariencia a la existencia real.

Prólogo. Edipo, rey de Tebas, aparece ante su pueblo, azotado por la peste. Creonte, su cuñado, trae la solución del oráculo de Delfos: buscar al asesino de Layo (el rey anterior) y exiliarlo.
La ciudad está llena de incienso, a la vez que de cantos de súplica y de gemidos, y yo, porque considero justo no enterarme por otros mensajeros, he venido en persona; yo, el llamado Edipo, famoso entre todos.
Afirmo que incluso las aflicciones, si llegan felizmente a término, todas pueden resultar bien.
Párodo. Tres pares de estrofas en los que el Coro se lamenta de la peste e invoca la ayuda de los dioses.

Episodio 1º. Edipo lanza una maldición contra el asesino de Layo. Por indicación de Creonte manda avisar a Tiresias, el adivino, que aunque primero rehúye hablar acaba acusando a Edipo. Éste dice que ha sido sobornado por Creonte para decir eso.
Y puesto que me has echado en cara que soy ciego, te digo: aunque tú tienes vista, no ves en qué grado de desgracia te encuentras ni dónde habitas ni con quiénes transcurre tu vida.
Estásimo 1º. Dos pares de estrofas en las que el Coro vaticina que el asesino está condenado a muerte, y se niega a aceptar la acusación contra Edipo.

Episodio 2º. Creonte se presenta para defenderse de la acusación de conspirador. Sobreviene una grave discusión, refrendada por Yocasta, esposa de Edipo y anteriormente de Layo. La mujer cuenta el vaticinio que se le hiciera a Layo, sobre que sería asesinado por su propio hijo, y también las circunstancias de la muerte, a manos de unos ladrones en un cruce de caminos. Edipo, alarmado por la mención del lugar, comienza a preguntar a Yocasta. Cuenta su propia historia, incluyendo los oráculos, hasta llegar al cruce de caminos. Su única esperanza es que el servidor de Layo que escapó a la muerte habló de varios bandidos, y Edipo iba solo. Hacen llamar al ya anciano testigo.
Y nadie, sino yo, es quien ha lanzado sobre mí mismo tales maldiciones.
Estásimo 2º. Dos pares de estrofas en las que el Coro expresa su repulsa contra la arrogancia que ha mostrado Edipo y contra la impiedad de Yocasta, que desconfía de los oráculos.

Episodio 3º. Llega un mensajero de Corinto, que anuncia la muerte de Pólibo, padre de Edipo, y la confirmación de éste como nuevo rey de esa ciudad. Edipo (que se había exiliado porque se le había vaticinado que mataría a su padre) expresa en voz alta su temor por la otra predicción del oráculo, que anunciaba su unión con su madre. El mensajero intenta tranquilizarle, diciéndole que Mérope no es su verdadera madre, y que él mismo lo recibió a él de un pastor. Yocasta implora que no siga adelante con esa historia, pero Edipo, temeroso de que se descubra un origen humilde para él, no le hace caso. Yocasta abandona la escena.

Estásimo 3º. Sólo un par de estrofas, en las que el Coro vaticina, en tono festivo, el origen tebano de Edipo.

Episodio 4º. El pastor tebano es reconocido por el Coro y por el mensajero de Corinto. Poco a poco va contando la verdad. Edipo, con un grito de angustia, entra al palacio.
¡Ay, ay! Todo se cumple con certeza. ¡Oh, luz del día, que te vea ahora por última vez! ¡Yo que he resultado nacido de los que no debía, teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que hacerlo!
Estásimo 4º. Dos pares de estrofas en las que el Coro lamenta el destino de Edipo y lo vano de la vida humana.

Éxodo. Un mensajero de palacio anuncia que Yocasta se ha quitado la vida y que Edipo, al verlo, se ha sacado los ojos. Sale de nuevo Edipo, y se produce un diálogo lírico con el Coro. Suplica ser desterrado o muerto. Aparece Creonte, quien le aconseja volver a palacio y promete que cuidará de sus hijas. Éstas son traídas ante su padre, que se despide de ellas.
Sacadme fuera del país cuanto antes, sacad, oh amigos, al que es funesto en gran medida, al maldito sobre todas las cosas, al más odiado de los mortales incluso para los dioses.
También sofóclea es Edipo en Colono, que sigue las desventuras del protagonista de este drama. Posteriores problemas del linaje de Edipo son contados en Los siete contra Tebas, de Esquilo y en Antígona del mismo autor de la presente tragedia.

Sófocles: Antígona

El drama se sitúa en Tebas, algo más tarde que lo sucedido en torno al famoso (o infame) personaje de Edipo y adaptado también por Sófocles en Edipo Rey y Edipo en Colono. Sus dos hijos varones se han disputado la ciudad, y mientras Eteocles se encargaba de su gobierno, Polinices ha levantado una turba de argivos y ha caído sobre Tebas. Ambos hermanos yacen ahora muertos, como nos cuenta Los siete contra Tebas, de Esquilo. Aquí comienza la adaptación de Sófocles de este episodio del Ciclo Tebano. Creonte, nuevo rey, prohibe que el enemigo de la ciudad, Polinices, sea sepultado, y Antígona, su hermana, lo entierra simbólicamente, en pugna con la ley humana por no quebrantar la ley divina. En lugar de buscar la comprensión, Creonte se endurece cada vez más, y acaba perdiendo a los que más quería. Antígona, la vencida, acaba venciendo; Creonte, el vencedor por su fuerza, sucumbe. Todo en el drama es contraste: Antígona y su hermana Ismena, con diferente estilo de vida; Creonte y su hijo Hemón; Creonte y Tiresias, el adivino; Creonte y el guardián, personaje popular; pero sobre todo Antígona y Creonte, oposición en la que se centra la obra.

Hegel veía en la obra el conflicto entre tesis (derecho del Estado) y antítesis (derecho de la familia). Kierkegaard veía en la protagonista una novia de la muerte, que buscaba abandonar la vida por incompatibilidades con su entorno. Otros ven en ella a la rebelde revolucionaria que se alza contra un gobierno tiránico. O incluso el conflicto entre la ortodoxia religiosa convencional, y una religión más libre que los ortodoxos llaman herética.

Prólogo. Al día siguiente de la muerte de los dos hijos de Edipo y de la retirada de los argivos, Antígona llama a su hermana Ismene, le comunica la proclama de Creonte que prohíbe el enterramiento de Polinices y le anuncia la intención de hacerlo a pesar de ello. Ismene intenta disuadirla.

Párodo. El Coro ignora para qué ha sido convocado por Creonte. Se regocijan por la partida de los argivos y recuerdan la mala conducta de Polinices.

Episodio 1º. Creonte, el nuevo rey tras la muerte de Eteocles, anuncia el edicto que ha proclamado. El Coro lo acepta, aunque no lo aprueba. Aparece un guardián, que cuenta que alguien ha cubierto de tierra el cadáver de Polinices.

Estásimo 1º. Canto al hombre y su progreso: si observa las leyes divinas y humanas, será feliz.
Se enseñó a sí mismo el lenguaje y el alado pensamiento, así como las civilizadas maneras de comportarse, y también, fecundo en recursos, aprendió a esquivar bajo el cielo los dardos de los desapacibles hielos y los de las lluvias inclementes.
Episodio 2º. Antígona, conducida ante Creonte, reconoce los hechos y los justifica. Creonte la condena a muerte, a pesar de ser la prometida de su hijo Hemón. Dos esclavos traen a Ismene, que desea asociarse al hecho, mas Antígona no lo permite.
No pensaba que tus proclamas tuvieran tanto poder como para que un mortal pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Éstas no son de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe de dónde surgieron.
Se podría decir que esto complace a todos los presentes, si el temor no les tuviera paralizada la lengua. En efecto, a la tiranía le va bien en otras muchas cosas, y sobre todo le es posible obrar y decir lo que quiere.
Estásimo 2º. Reflexión sobre el destino de los Labdácidas y el poder del destino.
La esperanza errante trae dicha a numerosos hombres, mientras que a otros trae la añagaza de sus tornadizos deseos.
Episodio 3º. Hemón intenta interceder por Antígona, en una acalorada discusión con su padre. Éste ordena que Antígona sea encerrada en una cueva.

Estásimo 3º. Un bellísimo canto al amor, que prepara el diálogo lírico que sigue.
También yo ahora me veo impelido a alejarme ya de las leyes al ver esto, y ya no puedo retener los torrentes de lágrimas cuando veo que aquí llega Antígona para dirigirse al lecho, que debía ser nupcial, donde todos duermen.
Episodio 4º. Diálogo lírico entre Antígona y el Coro. Mientras es conducida a la tumba, compara su destino con el de Níobe y recuerda las desgracias de su familia. Escaso consuelo será alcanzar fama inmortal.

Estásimo 4º. El Coro recuerda tres personas con un destino semejante: Dánae, encerrada por su padre para que no engendrara a quien le daría muerte; Licurgo, que mató a su propio hijo y fue encerrado en una gruta; y Cleopatra, que repudiada por su esposo logró con sus intrigas que a sus hijos les fueran arrancados los ojos.

Episodio 5º. Tiresias, el adivino, comunica las señales de la cólera divina. Ante los vaticinios, Creonte ordena dar sepultura al cadáver de Polinices y liberar a la muchacha.
Es terrible ceder, pero herir mi alma con una desgracia por oponerme es terrible también.
Estásimo 5º. Canto de danza de tono alegre, que invoca la presencia de Baco, dios protector de Tebas.

Éxodo. Se cuentan las muertes de Antígona, de Hemón y de Eurídice. Diálogo lírico con un Creonte arrepentido.
Seguidamente, el infortunado, enfurecido consigo mismo como estaba, echó los brazos hacia adelante y hundió en su costado la mitad de su espada. Aún con conocimiento, estrecha a la muchacha en un cálido abrazo y, respirando con esfuerzo, derrama un brusco reguero de gotas de sangre sobre su pálida faz. Yacen así, un cadáver sobre otro, después de haber obtenido sus ritos nupciales en la casa de Hades y después de mostrar que entre los hombres la irreflexión es, con mucho, el mayor de los males humanos.
¡Oh amo, cuántas desgracias posees y estás adquiriendo, unas llevándolas ahí en tus manos, las otras parece que, tras llegar, pronto las verás en palacio!

Sófocles: Las traquinias

Esta adaptación sobre la muerte de Heracles se ha considerado la menos viva de entre las obras conservadas de Sófocles. Ignoramos no sólo el momento en que se escribió, sino también en qué grado recupera o adapta antiguos materiales sobre el mismo tema (La toma de Ecalia de Creófilo de Samos, la visión de Pisandro, y el poema épico Heraclea de Paniasis).

Las traquinias posee una forma en dos partes, en las que Deyanira y Heracles son, respectivamente, centro de la acción dramática de la primera y la segunda, ésta más breve. Son pues dos figuras que en Sófocles no comparten su destino (ni siquiera coinciden en escena), sino que aparecen encadenadas una a la otra. Deyanira no pertenece a la galería terrible de mujeres vengativas, falsas e hipócritas, sino que está dotada de una humanidad muy atractiva. Sin saberlo, causa la muerte de Heracles, pero luego se suicida; además, anteriormente no ha dirigido su rabia contra la muchacha cautiva que ha causado que el héroe le abandone. Por su parte, Heracles aprende el verdadero sentido del vaticinio relativo a su muerte y reconoce la ordenación del cielo.

Prólogo. Deyanira declara a su nodriza su preocupación por Heracles, que lleva quince meses sin volver. Envía a Hilo, su hijo, a buscarlo.

Párodo. Entrada del Coro, compuesto por mujeres de Traquis. Piden al Sol que les diga dónde se encuentra Heracles, ignorando que ha llegado a Eubea, e intentan tranquilizar a Deyanira.
Pues estoy enterada de que la siempre disputada Deyanira, con corazón anhelante, como un infortunado pájaro, nunca adormece el deseo de sus ojos ya sin lágrimas, sino que, alimentando un temor obsesivo por el esposo a causa de su marcha, se consume en el lecho vacío de varón, llena de inquietud, esperando, desdichada, un funesto destino.
Episodio 1º. Deyanira le cuenta al Coro el motivo de su preocupación: ya se ha cumplido el plazo señalado por el oráculo. Acude un mensajero y anuncia la llegada de Heracles. Entra luego Licas, el heraldo, quien cuenta una historia sobre Yole que resulta desmentida por el mensajero. Licas reconoce la verdadera historia de la joven, objeto de la pasión de Heracles.

Estásimo 1º. El Coro recuerda el día en que Deyanira fue el premio de Heracles tras su lucha contra Aqueloo.

Episodio 2º. Deyanira confía al Coro su plan para recuperar el amor de Heracles. Le envía al héroe la túnica que ha untado con el filtro de amor que le dio el centauro Neso. Licas parte para entregársela.
En efecto, no creo haber recibido a una doncella, sino a una desposada, igual que un marinero recibe la carga, desastroso negocio para mi corazón. Y ahora somos dos las que esperamos los abrazos bajo la misma manta.
Estásimo 2º. El Coro celebra la vuelta de Heracles y el amor que causará el hechizo.

Episodio 3º. Deyanira transmite al Coro su temor de que algún peligro aceche a Heracles por el manto. Llega Hilo y describe los sufrimientos del héroe, que mata a Licas en su dolor.
Veo que he llevado a cabo una terrible acción, pues, ¿por qué motivo y en agradecimiento de qué me iba a ofrecer el centauro al morir un favor a mí, que era la causa de que sucumbiera? No es posible, sino que, deseando que pereciera el que arrojó la flecha, me estaba engañando. Y yo demasiado tarde llego a la comprensión de esto, cuando ya no aprovecha.
Estásimo 3º. El oráculo se ha cumplido: el asesino de Heracles es Neso, aunque la mano inconsciente ha sido la de Deyanira.

Episodio 4º. Anuncio y descripción de la muerte de Deyanira.
Pues no hay mañana hasta que se acaba con bien el día presente.
Estásimo 4º. El Coro lamenta la agonía de Heracles y la muerte de su esposa.

Éxodo. Heracles lamenta su destino y da las últimas órdenes a su hijo.
Y ahora, así, sin fuerzas, deshecho, estoy destruido por un destino aciago, ¡desventurado!

Sófocles: Áyax

La leyenda de la muerte de Áyax o Ayante procede de obras menores del ciclo de Troya, como La Etiópide o La pequeña Ilíada. Allí se nos dice que, muerto Aquiles, aspiraron a quedarse con sus divinas armas Ulises y Ayante, quien había protegido el cadáver del héroe hasta llevarlo al campamento aqueo. Los griegos votaron por Ulises, y Ayante, agraviado, decidió dar muerte a éste y a los hermanos Atridas, sus declarados enemigos. Pero Atenea protegió a Ulises, e hizo enloquecer a Ayante, quien mató por la noche a un rebaño, creyendo que se trataba de sus enemigos. En este punto comienza la obra de Sófocles, con Áyax ridiculizado por segunda vez y decidido a suicidarse.

El drama posee dos partes si atendemos a su contenido: los dos primeros tercios terminan con la muerte del héroe, y en la parte final asistimos al regreso de su medio hermano Teucro y a la disputa sobre la sepultura del héroe. Disputa de violencias e intransigencias, solucionada finalmente por la magnanimidad de Ulises, en una conclusión de humanidad muy sofóclea, donde es protagonista la conciencia de la propia mortalidad.

Prólogo. Atenea se aparece a Ulises y le confirma en sus sospechas acerca de la culpabilidad de Áyax. Le hace ver las atrocidades cometidas por el héroe en su locura y moraliza sobre ellas.
No obstante, aunque sea un enemigo, le compadezco, infortunado, porque está amarrado a un destino fatal. Y no pienso en el de éste más que en el mío, pues veo que cuantos vivimos nada somos sino fantasmas o sombra vana.
Párodo. Con dos partes: la primera es un canto de marcha (mientras entra el coro) y la segunda un canto lírico. Se cuentan los rumores sobre Áyax y se pide la presencia del héroe.

Episodio 1º. También hay aquí dos partes, dispuestas en paralelismo. En la primera hay un diálogo lírico entre Tecmesa (la concubina de Áyax) y el Corifeo, en el que se sacan a la luz la situación de Áyax, y es seguida por una parte recitada en que Tecmesa cuenta sus temores. La segunda tiene otro relato lírico donde interviene el propio héroe, y luego otra parte recitada entre los mismos personajes, en la que Áyax anuncia su decisión de morir. Tecmesa y el coro tratan de disuadirle, trayéndole a su hijo.
Ahora, consciente, experimenta un nuevo dolor. En efecto, el contemplar las desgracias propias, en las que nadie más ha intervenido, causa enormes dolores.
Ni a la estirpe de los dioses ni a la de los efímeros hombres soy ya digno de mirar esperando ayuda alguna.
Estásimo 1º. Dos pares de estrofas en las que el Coro se lamenta de la locura de Áyax.
Ciertamente que su madre, cargada de años y compañera de blanca ancianidad, cuando oiga que él ha perdido la razón, lanzará, desdichada, un grito de dolor, un canto de dolor y no el lamento del quejumbroso pájaro, del ruiseñor.
Episodio 2º. Brevemente, Áyax se dirige a sus marineros para explicar su propósito, de acuerdo a su nueva disposición. El espectador capta en sus irónicas palabras las verdaderas intenciones del héroe.

Estásimo 2º. Una estrofa de tipo festivo en que el Coro celebra el nuevo estado de ánimo de Áyax.

Episodio 3º. Dividido en dos escenas con diferente localización: la llegada del mensajero de Teucro, que suscita el temor en Tecmesa y el Coro (que abandona la escena en busca de Áyax); y un bello soliloquio del héroe ante la muerte.
La que me ha de matar está clavada por donde más cortante podrá ser, si alguno tiene, incluso, la calma de calcularlo. (...) Está hundida en tierra enemiga, en la Tróade, recién afilada con la piedra que roe el hierro. Yo la he fijado con buen cuidado, de modo que, muy complaciente para este hombre, cuanto antes le haga morir.
Estásimo 3º. El Coro, tras su infructuosa búsqueda, regresa a escena dividido en dos semicoros. Tiene lugar un diálogo lírico con Tecmesa, que ha descubierto el cadáver de Áyax y entona lúgubres lamentos.

Episodio 4º. Con dos escenas: Teucro, a la vista del espectáculo, se lamenta y considera la muerte de Áyax y la reacción de los ancianos; Menelao prohíbe el enterramiento del héroe y Teucro le desafía.
Por ello, ningún hombre existe con tanto poder como para enterrar en la sepultura su cuerpo, sino que, abandonado en la parda arena, será pasto para las marinas aves. Y, ante esto, no te exaltes en cólera terrible; pues, si estando vivo no fuimos capaces de dominarle, lo haremos por completo ahora que está muerto, aunque tú no quieras, controlándole en nuestras manos.
Estásimo 4º. Dos estrofas en las que el Coro enumera las penalidades de la guerra y se duele del destino de Áyax.
¿Para cuándo se terminará el número de los errantes años que me trae, constantemente, la desgracia sin fin de las fatigas marciales en la espaciosa Troya, afrenta infortunada de los helenos?
Éxodo. Con tres partes: la escena entre Teucro y Agamenón, en el mismo tono que la de Menelao; la llegada de Ulises para mediar en favor de Áyax; y el breve final con la disposición del enterramiento.
No te atrevas, por los dioses, a exponer así cruelmente a este hombre insepulto, y que la violencia se apodere de ti para odiarle hasta el punto de pisotear la justicia.

Sófocles: Introducción

Seguimos para este autor la edición de Gredos, traducción de Assela Alamillo y con introducción de José Lasso de la Vega.

Sófocles nace en el 497 o 496 aC, en el seno de una familia pudiente (su padre, Sófilo, era industrial armero), lo que le otorga una educación esmerada y trato con gentes aupadas. Cronológicamente, es el segundo de los grandes trágicos, tras Esquilo y antes de Eurípides. Se dice en una biografía anónima del siglo I aC que uno de sus primeros contactos con el teatro fue en la celebración de la victoria de Salamina (en 480 aC), cuando, con unos 17 años, condujo al coro del peán tocando la lira. Pero su relieve en Atenas no fue sólo literario: llevó una vida política activa, ocupando altas magistraturas durante el apogeo de Pericles (en un par de ocasiones fue estratego, y al menos una vez administrador de la hacienda de la Liga ateniense). Fue Atenas el centro de su trabajo, tanto político como literario: su visión de la ciudad-estado era la de una empresa creadora de futuro, y se ha llegado a decir que rechazó las invitaciones de príncipes y tiranos por no abandonar físicamente Atenas.

Conoció bien a los atenienses, y tenía el punto de mira bien afinado para acertar, incluso con su elevado estilo, el gusto de sus contemporáneos. La primera escenificación de una obra suya llega en 468 aC, y es premiada con el máximo galardón, en competencia con Esquilo. Luego llegarían muchos premios más, entregados por un pueblo bonachón que siempre le libró de las grandes caídas que sufriría Eurípides, como todo autor adelantado a su tiempo. Su voz débil no le dejó representar papeles en sus dramas, como tampoco pudo distinguirse en la oratoria pública. De joven gustó de los ejercicios gimnásticos y de la danza, pero sobre todo de la música.

No mucho después del 460 aC desposó a Nicóstrata (quizás anteriormente casada), con quien tuvo a Yofonte, dramaturgo como su padre. Con una meretriz, Teóride de Sición, tuvo a Aristón, padre a su vez de Sófocles el Joven, poeta trágico y nieta predilecto del abuelo, por encima de otro homónimo y legítimo. Vivió los años gloriosos de Atenas y el comienzo de su ocaso, aunque no presenció su derrota, ya que falleció en 406 o 405 aC. Poco después de su muerte, los atenienses comenzaron a celebrar un sacrificio anual en honor suyo, siendo rebautizado con el nombre de Dexión (el Acogedor); un trato reservado a los fundadores de ciudades y a los antiguos reyes que demuestra la destreza alcanzada entre los suyos.

El respeto a la tradición heredada se compenetra espontáneamente en Sófocles con el espíritu de progreso: al aceptar lo tradicional lo renovaba con una vigorosa innovación. Si su obra tuvo tanta fuerza entre sus contemporáneos fue porque se apoyaba en la historia, la cultura y el pueblo. Estas innovaciones fueron bien acogidas, al ensanchar los moldes antiguos, pero no romperlos. Aunque en sus obras primerizas continuó con los dos actores, aumentó luego a tres. También subió, de doce a quince, el número de miembros del coro, cuyas intervenciones se hacen más breves, aunque sin perder su relieve dramático. Abandonó la trilogía, presentando a concurso obra sueltas; esto provocó que los temas se apartaran de las muy tratadas maldiciones familiares, para centrarse en el dolor de un único personaje y conformar una tragedia de composición cerrada. El drama se articula en episodios y escenas, y su construcción interna (cambios variados, acciones contrarias, acciones paralelas) nos muestran a un autor diestro y efectivo. En ello hay cierta evolución, desde la preponderancia del relato hasta la construcción simétrica de las escenas.

La fuerza de la tragedia sofóclea reside en la figura aislada, en el dolor que descarga sobre el protagonista (aislamiento que comienza ya en el título de la obra). El dolor es absoluto y sin salida; pues la separación existente entre el hombre y sus dioses causa que en este dolor no pueda verse una materia ejemplificadora, ni una condición expiatoria. Pero es así como el héroe trágico de Sófocles descubre su propio ser, encarando su destino con lo mejor de su alma: el dolor genera sabiduría. El coro ayuda, extrañamente, a que el héroe se sienta solo, al intentar consolarle con manidos tópicos sociales, que le contrarían: la incomprensión de las gentes exacerba su dolor.

Por otra parte, al mismo tiempo que sus tragedias nos recuerdan lo amarga que es la vida, la obra de Sófocles parece sonreír con gracia a la vida (una cara que, por supuesto, el autor mostraba en los dramas satíricos, que han llegado a nosotros en un estado lamentable).

Se le atribuyen a Sófocles unas 123 piezas, aunque ya en el siglo IV dC se había hecho una colección con las siete que se conservan íntegras:
  • Áyax. Su fecha de representación se ignora, calculándose hacia 447 aC.
  • Las Traquinias. De fecha desconocida, los elementos constructivos la sitúan entre la anterior y la siguiente.
  • Antígona. Su fecha de representación se ignora, mas se cree que sería 442 aC.
  • Edipo Rey. Su fecha se ignora, y algunos elementos extraliterarios la sitúan hacia 429 aC.
  • Electra. Su fecha de representación se ignora, aunque la opinión más común la hace de 420 aC.
  • Filoctetes. Representada en el 409 aC.
  • Edipo en Colono. Representada en 401 aC (muerto ya Sófocles).