Ilíada, canto primero: Peste, cólera

Canta, ¡oh, diosa!, la cólera del Pélida Aquiles: cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes.
Así comienza la gran epopeya griega. Este primer canto inserta al lector, in media res mediante, en una historia mucho más larga. Éste es un somero resumen:

Una terrible mortandad acosa a los aqueos, en su campamento junto a las naves. Esta plaga fue enviada por Apolo por la afrenta realizada a Crises, su sacerdote, quien la había solicitado al dios porque Agamenón Atrida (líder de los aqueos) no devolvió a la doncella Criseida, a pesar del rescate ofrecido. Para aplacar al de las certeras flechas, Agamenón cede su recompensa, pero desea hacerse con otra, eligiendo a Briseida, que pertenece a Aquiles como parte del botín.
Ulises marcha con Criseida y las ofrendas, y Apolo es aplacado.
Aquiles, hijo de Peleo, enfadado con el rey de reyes, decide no participar en las batallas próximas.
Se queja a su madre, la diosa Tetis, quien consigue la promesa de Zeus de favorecer a los troyanos en la guerra, hasta que el honor de su hijo sea satisfecho.

Ilíada: Introducción


Como ya dije en la entrada anterior, trataremos de analizar ambas epopeyas sin importarnos las circunstancias de su autor. Nos saltaremos nuestro modelo de análisis, y únicamente expondremos sus características generales. A lo largo del tiempo, iré añadiendo los resúmenes de los diferentes capítulos.

La obra con la que trabajo es la magnífica edición de Círculo de Lectores, que usa la traducción de Luís Segala Estalella e ilustraciones de Vicente B. Ballestar. Su introducción, de Jaime Berenguer Amenós, contiene un acertado análisis que aquí resumiremos.

La Ilíada y la Odisea son las grandes epopeyas de la cultura helénica. No es lógico pensar que fueron las primeras, pero conforman la culminación de la épica en griego, y, al ser consideradas mejores por las generaciones subsiguientes, las anteriores y las posteriores se perdieron. Su aparición va unida al nacimiento de una clase de burgueses mercaderes en el ámbito jónico, de donde proceden.
La edad heroica de Grecia que las nutre corresponde a los siglos XV-XIII aC, época en que los aqueos trataron de establecer reinos en Asia Menor y Egipto, con la preocupación de monarcas hititas y faraones.
Ambas reflejan una sociedad heroica y primitiva, cuyos más altos valores son la gloria y el honor, y celebran las hazañas de una generación ya desaparecida, capaz de realizar hechos imposibles para los hombres.
Y es que los protagonistas son héroes fuertes pero sencillos; arrojados en el combate, pero temerosos de su suerte; hechizados por la belleza de un discurso tanto como por el uso de la lanza; desdeñosos del trabajo manual y aficionados a las buenas cosas (comer y beber, grandes riquezas, cortesía y hospitalidad,...).
El autor es un poderoso creador de personajes, capaz de crear un mundo poblado de criaturas originales y diferentes, muchas veces descritos con un par de pinceladas (y muchas veces, únicamente en el momento de su muerte).

Por lo que respecta al estilo, la lengua arrastra el flujo poético antiguo, con formas extrañas pero siempre brillantes y de gran sonoridad. Se trata de un habla poética, que nunca se usó por el hombre común, rica en sinónimos y variantes, y de abundantes epítetos, siempre lúcida y espontánea. No aparecen trabas o quiebros, y sí muchas frases cortas y sencillas, con predominio de la coordinación sobre la subordinación, y apenas estilo indirecto
La narración deja algunos tránsitos incompletos, lo que le da ligereza: no hay epopeya más rápida ni que comunique igual impresión de vida. El desarrollo podría llegar a ser monótono sino fuera por las digresiones y las comparaciones, interrumpiéndose el relato guerrero con escenas de caza, episodios campestres o imágenes de la naturaleza.

La Ilíada nos describe algunos días dentro del último año del asedio de Troya. Es una narración llena de batallas y acción, con héroes que se suceden en el protagonismo. El tema central, sin embargo, es la cólera de Aquiles: su enfado, el orgullo desmedido, el furor por la muerte de su amigo, y su 'herejía', pero finalmente piedad (y, por tanto, momento de catarsis). Alrededor suyo, vemos a los hombres en guerra: sentimientos fuertes, despedidas, angustia y dolor, codicia, cobardía, valentía..., pero sobre todo amor a la vida.

Sus capítulos son:
Canto I: Peste y cólera.
Canto II: Sueño. Beocia o catálogo de las naves.
Canto III: Juramentos. Atalayando desde la muralla. Combate singular de Alejandro y Menelao.
Canto IV: Violación de los juramentos. Agamenón revista las tropas.
Canto V: Principalía de Diomedes.
Canto VI: Coloquio de Héctor y Andrómaca.
Canto VII: Combate singular de Héctor y Ayante. Levantamiento de los cadáveres.
Canto VIII: Batalla interrumpida.
Canto IX: Embajada a Aquiles. Súplicas.
Canto X: Dolonía.
Canto XI: Principalía de Agamenón.
Canto XII: Combate en la muralla.
Canto XIII: Batalla junto a las naves.
Canto XIV: Engaño de Zeus.
Canto XV: Nueva ofensiva desde las naves.
Canto XVI: Patroclea.
Canto XVII: Principalía de Menelao.
Canto XVIII: Fabricación de las armas.
Canto XIX: Renunciamiento de la cólera.
Canto XX: Combate de los dioses.
Canto XXI: Batalla junto al río.
Canto XXII: Muerte de Héctor.
Canto XXIII: Juegos en honor de Patroclo.
Canto XXIV: Rescate de Héctor.

El problema de Homero y el problema de la lengua

Aunque me había propuesto hacer una entrada sobre la Ilíada y la Odisea, mientras escribía me di cuenta de que iba a comentar en ella un par de cosas que, en realidad, pueden extenderse a la mayor parte de obras que vamos a analizar.

El período que nos ocupa abarca desde el siglo VIII aC hasta el V dC, por lo que los autores que las escribieron no son, en muchos casos, más que nombres legados por la tradición. El ejemplo que podemos considerar paradigmático es Homero.

Homero fue un poeta o aedo que vivió hace 2800 años. Sin embargo, los estudiosos hablan en ocasiones de que fueron dos poetas distintos, uno para cada obra. Algunos, para conciliar ambas teorías, proponen que la Ilíada fue obra de juventud, y la Odisea de madurez. Aun otros piensan que las obras no son más que la reunión de obras de diferentes autores.

Sin embargo, la heterogeneidad entre las diversas partes nos habla más bien de una superposición de capas de épocas diversas. Algunos elementos pudieron haber sido tomados de la literatura prehelénica, no recibieron su forma definitiva hasta el VII aC, y se introdujeron nuevas interpolaciones hasta que los eruditos alejandrinos fijaron el texto. Es anecdótico de este hecho que, según se piensa, la división de ambas obras en veinticuatro capítulos (las mayúsculas griegas para la Ilíada, las minúsculas para la Odisea) fue obra de Zenódoto de Éfeso (primer bibliotecario de la famosa Biblioteca de Alejandría, si no se considera a Demetrio de Falero).

Pero estas cuestiones no deben perturbar al lector: son disquisiciones biográficas apoyadas en argumentos filológicos, que deben importar menos que la consideración y disfrute de una obra que se halla en el umbral de la literatura occidental. Deben considerarse ambas obras como parte de una épica casi perdida, creadas por un poeta (tal vez, el mismo para ambas), que llamamos por tradición Homero, sin importar su circunstancia histórica y humana.

El mismo argumento puede extrapolarse para casi todos los autores clásicos, así como a la lengua. Hoy en día, con la vastedad de conocimientos de que se compone nuestra cultura, es imposible para la mayor parte de la población disfrutar de la lectura en griego o latín. Así pues, en nuestras reseñas intentaremos no preocuparnos por los detalles biográficos oscuros, y confiaremos en el buen hacer de los traductores para reflejar el uso de la lengua original en nuestra castiza lengua. 

Para la próxima entrada, esta vez sí, analizaremos las grandes epopeyas de la cultura griega.